Cada año, miles de padres en nuestro país se sorprenden al ver la transformación que experimentan sus hijos, luego de licenciarse tras realizar el Servicio Militar. Se trata de jóvenes más respetuosos, responsables, conscientes de lo que tienen en sus respectivos hogares y poseedores de nuevos conocimientos que les permitirán iniciarse en un oficio o continuar una carrera en la Institución. Es que la vida de cuartel jamás será en vano, especialmente si un instructor es capaz de plasmar en ellos, los valores que guían a un integrante del Ejército, formándolo como un hábil combatiente y un valioso servidor a la Patria.

En 30 de años de carrera, el Jefe de Plana Mayor del Batallón Logístico y Administrativo del Regimiento Logístico N° 3 “Victoria”, Suboficial Mayor Rudy Geissbuhler C., ha formado a 23 generaciones de soldados conscriptos, razón por la cual puede referirse con propiedad a la instrucción de contingentes desde principios de los años noventa hasta mediados de la actual década, primero como Comandante de Escuadra, luego de Pieza, Sección y posteriormente, conforme a su línea de carrera, como asesor del Comandante del Batallón.  

Bajo el predicamento de que “un soldado es el reflejo de lo que es su comandante”, el Suboficial Mayor Geissbulher ha hecho de la disciplina y el sacrificio, las herramientas que han transformado a personas indiferentes, en ciudadanos que aportan y se sienten orgullosos de su país. “Hasta hoy mantengo contacto con muchos de ellos. Hay profesores, ingenieros o integrantes del Ejército o de otras ramas de las Fuerzas Armadas. Algunos no olvidan algún consejo o esa reprimenda que los ayudó a madurar y lo agradecen”.  

Se emociona al recordar su primera experiencia como instructor en el entonces Regimiento N° 7 “Chorrillos” de Punta Arenas. “Tenía apenas 21 años y recibí a chiquillos de 18, apenas tres años menores que yo. Eran casi como hermanos, con los cuales compartimos los ejercicios en terreno, pero también los partidos de fútbol y largas conversaciones al estar todos lejos de nuestras casas”. En este aspecto, trabajó codo a codo con los soldados bajo su mando en apoyo a la comunidad durante el “terremoto blanco” en la Región de Magallanes en 1995 y 15 años después en la Provincia de Arauco, tras el terremoto del 27 de febrero de 2010.

Otro de los hitos en su carrera como formador de soldados del Ejército de Chile, fue su experiencia a cargo de un pelotón femenino de 37 reclutas en el Regimiento de Artillería N° 2 “Maturana” en La Unión en el año 2014. “Fue una gran experiencia participar en su proceso de aprendizaje y de transformación de adolescentes preocupadas de cosas típicas de la edad, en mujeres comprometidas al servicio del país. De hecho, ganaron la revista de recluta, superando a cuatro pelotones de soldados varones”.

Hoy, este Suboficial Mayor oriundo de Victoria, Región de La Araucanía, es un convencido de que el Servicio Militar constituye uno de los programas formativos más importantes para la juventud, “pues además de transversal, enseña conocimientos integrales que servirán para siempre. Y todo en apenas un año”, concluye.