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Nadie queda atrás: los héroes anónimos en la tragedia del volcán Puntiagudo

Publicada: 05/10/2022

Dicen que es en las tragedias cuando las familias más se unen. En este caso no lo eran, pero su lazo era tan o más intenso. Son camaradas de armas que ante la adversidad no dudaron en dejar sus huellas en la nieve y dar hasta el último esfuerzo por encontrar y rescatar a sus compañeros. Las Patrullas de Auxilio y Rescate Militar del Ejército (PARME), participaron desde un principio en la búsqueda del Teniente Jorge Jiménez Estrada (Q.E.P.D.) y el Cabo 1° Jaime Cayuan Calipi (Q.E.P.D.), quienes fallecieron al sufrir un accidente en el volcán Puntiagudo. No desistieron hasta cumplir su misión.

Desde que se detectó la emergencia, los militares del Destacamento de Montaña N°9 “Arauco”, alistaron campamentos, puestos de mando y equipos para dar con sus camaradas, sin importar la dificultad, el objetivo era solo uno: traer a todos de regreso.

“Siempre tenemos la idea de que todos los que salimos, tenemos que volver. Más allá de eso, que fueran nuestros compañeros nos daban más motivación para seguir con las búsquedas, por más extenuantes que fueran”, explica el Subteniente Nicolás Arteaga B., integrante de la primera PARME desplegada en los trabajos de búsqueda.

El equipo llegó a la cumbre del volcán en la búsqueda a las 5:00 a.m. del domingo 25 de septiembre, pero las condiciones meteorológicas impidieron el primer intento de rescate del Sargento 2° Eugenio Nilo, quien logró preparar un refugio. “El desgaste fue harto y cerca de las 6:00 a.m., estuvimos llegando al campamento base, para descansar un poco y seguir buscando a nuestro camarada”, afirmó el Sargento 2° Francisco Améstica A., integrante de la PARME.

Comunidad osornina

Mientras los rescatistas enfrentaban la nieve, hielo y muros de casi 80 grados, en el Destacamento, la comunidad se manifestaba. “Llegaron varias ayudas. Nos decían que a la guardia del Destacamento llegó mucho respecto a alimentos, agua, palabras de aliento y cartas que traían niños”, recuerda el Sargento 2° Cristián Rehbein C., quien estuvo en el Puesto de Mando durante la búsqueda. “Que se sumaran tantos civiles en la ayuda, nos emocionó y nos dio la fortaleza necesaria para dar con el paradero de nuestros camaradas”, confesó el militar.

Una semana ha pasado desde ese momento, pocos días desde que se recuperaron los cuerpos de sus camaradas y el Destacamento de Montaña está de luto. En sus dependencias se realizaron los velorios y misa en memoria del Teniente Jiménez y Cabo 1° Cayuan. Sus rescatistas, los héroes anónimos que no se rindieron por traerlos de regreso a casa, viven un sinsabor. “No sé cómo expresar lo que se siente al lograr el rescate. Es difícil el momento, pero tenemos la satisfacción de llevarlos con sus familias”, resume el Sargento 2° Améstica.

“Acá estábamos buscando a un camarada, con quien compartimos en una guardia, en la celebración del Arma o en una propia de la Institución. Son personas que vemos todos los días, es un sentimiento totalmente diferente”, reflexiona el rescatista Cabo 2° Eduardo Melgarejo C. minutos antes de iniciar la misa a sus camaradas. "De cierta forma, les entregamos a las familias la tranquilidad de tener a sus seres queridos cerca y poder cerrar el círculo. El Ejército y sus familias los despiden de la mejor forma, es lo único que podemos hacer en esta situación.

Sus esfuerzos, si bien anónimos y silenciosos, no fue inadvertido. Humberto Jiménez, padre del Teniente Jiménez, junto con agradecer les dice: Jorge hubiera hecho lo mismo”.

Por Nicolás Borcoski M., periodista de la Dirección de Comunicaciones Estratégicas

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