Con temperaturas extremas que pueden alcanzar los -30° C. y con terrenos y paisajes tan idílicos como peligrosos, cualquier trabajo o labor a realizar en la Antártica sería imposible para cualquier persona. No obstante, los investigadores científicos que llegan hasta esta zona inhóspita cuentan con un importante apoyo. La Dotación Antártica del Ejército cumple 75 años de presencia ininterrumpida en el continente blanco, periodo en el que apoyar el trabajo profesional y académico ha sido una constante.

La Base Antártica del Ejército “General Bernardo O’Higgins Riquelme” (BAE) fue inaugurada el 18 de febrero de 1948, y sus habitantes conmemorarán este hito, como mejor saben hacerlo: trabajando por el país, y parte importante de ello es el apoyo científico.

En esta temporada, científicos del Instituto Antártico Chileno (INACH) se aposentaron en la BAE, desde donde realizan una importante investigación, sobre la llegada de patógenos al continente blanco mediante aves.

“Anualmente distintas aves voladoras están ingresando a la Antártica y posiblemente con patógenos (…) buscamos virus, coronavirus e influenza en aves voladoras y pingüinos. Entonces, consiste en qué es lo que está entrando y qué es lo que va a salir”, explica Gonzalo Barriga, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, y parte del equipo científico.

Para lograr este sondeo, los investigadores se despliegan hasta los islotes e islas cercanas a la BAE, realizando extensos recorridos sobre el manto blanco, un terreno difícil de sortear. Afortunadamente, cuentan con la asistencia militar, explica Barriga, agregando que “eso no podría ocurrir si no tuviéramos el apoyo logístico del Ejército para el traslado, incluso nos acompañan durante el recorrido en las islas, porque hay un trekking grande para llegar hasta las pingüineras”.

“La capacidad instalada que tiene el Ejército acá, que cumple 75 años, permite que se presente como un punto de apoyo. Sin ella, sería muy complejo que puedan llegar hasta acá y desarrollar una investigación con seguridad”, reflexiona el Teniente Coronel Juan Llancafil C., Comandante de la Base Antártica del Ejército, agregando que la cultura organizacional de la Institución, trabajo en equipo y disciplina, permiten facilitar la cooperación.

“Es un desafío importantísimo para nosotros, y si bien la base está acá disponible todo el año al servicio del Estado y de la investigación, las condiciones tan adversas hacen posible que solo en los meses estivales -desde noviembre hasta marzo- se puedan realizar actividades científicas”, concluye el Teniente Coronel Llancafil.

El Ejército ha mantenido de forma ininterrumpida la presencia nacional en el continente blanco, desde 1948. Cada año, 21 militares voluntarios postulan a integrar la Dotación Antártica, quienes durante 12 meses cumplirán, entre otras misiones, las que se enfocan en el apoyo a la investigación científica y protección del ecosistema.

Por Nicolás Borcoski M. Periodista de la DIRECOME