Cada año, miles de jóvenes postulan a la Escuela Militar con el sueño de transformarse en oficiales del Ejército de Chile. Provienen de diversas realidades socioeconómicas, y de diferentes lugares de Chile, pero todos con la firme vocación de servir al país. Alcanzar dicho objetivo no es sencillo. Luego de sortear un exigente proceso de selección, requieren formarse en la disciplina, el estudio, la destreza física y en una voluntad a toda prueba, porque tanto en las operaciones de guerra como en aquellas distintas a ella, se necesitan hombres y mujeres capaces de vencer la presión y adaptarse a escenarios cambiantes y complejos.         

El Comandante de Sección de cadetes de II año y profesor de Topografía de la Escuela Militar, Teniente Ignacio Arias N., es parte del equipo que tiene la responsabilidad de formar a aquellos jóvenes que ingresan al Instituto desde el mundo civil y educarlos para la vida militar. “Para muchos es difícil, especialmente adaptarse al régimen de internado y alejados de las comodidades de sus hogares. Lo mismo ocurre con la instrucción, porque implica aprender desde cero una nueva forma de vida. Pero nadie está aquí obligado, y la gran mayoría tiene claro que se trata de una Institución y una carrera donde permanecerán durante bastante tiempo”.

Como Comandante de Sección participa en todos los períodos de instrucción en terreno, pero también en el día a día, instancia donde los cadetes aprenden detalles que son fundamentales como la disciplina, responsabilidad, lealtad y las formas militares, entre otros aspectos propios de la formación militar. En su calidad de profesor de Topografía de I año, enseña a analizar el terreno mediante cartas y coordenadas, contenido que siempre les será útil. “En esto hay que ser muy riguroso. Sin embargo, sabemos que es un proceso que toma algún tiempo ya que los alumnos deben aprender un lenguaje totalmente nuevo a lo que conocen. En eso, el profesor debe ser también justo y enseñar con el ejemplo”.

El Teniente Arias ingresó a la Escuela Militar el año 2012. Recuerda las innumerables oportunidades de crecimiento y desarrollo personal como cadete, por ejemplo, al realizar el curso de Paracaidista Básico Militar, participar en el mundial de cadetes por la rama de Tiro, un intercambio con la Escuela Militar de Uruguay y cuando se desempeñó como instructor de cadetes de I año. Luego de ello, escogió el Arma de Artillería, efectuando el curso básico en la Escuela de Artillería (Linares) durante el año 2016. “Éramos un grupo de alféreces que entrábamos a una nueva etapa, con oficiales con experiencia en la materia y conociendo en terreno un potente armamento en apoyo al combate”. 

Luego fue destinado al Grupo de Artillería N° 5 “Antofagasta” en la 3ra. Brigada Acorazada “La Concepción” (Antofagasta), experiencia que lo llevó a cambiar radicalmente de escenario en el árido desierto de Atacama. Tras un curso en Centro de Entrenamiento de Combate Acorazado (Iquique), se desempeñó como Comandante de equipo de observación a bordo de carros Marder 1A3. “Ya en terreno, vemos la importancia de la capacitación y la instrucción, el alto nivel de profesionalismo de oficiales y suboficiales y de por qué nuestro Ejército tiene tanto prestigio en otros países”.

Fue durante este período que le correspondió también desempeñarse como Comandante de Sección de una Unidad Fundamental de Orden Público (UFOP) para efectuar labores de seguridad y resguardo de infraestructura crítica en Antofagasta, en octubre de 2019. “El estallido social nos demostró que hoy un militar debe estar entrenado para diversas situaciones, que pueden ser de carácter local o nacional. De ahí la importancia de que un comandante sea capaz de transmitir su experiencia, la que puede servir para enfrentar una situación crítica”, agrega finalmente.