El 10 de diciembre, 755 alumnos se graduaron de la Escuela de Suboficiales como nuevos cabos de Ejército. Estos 567 hombres y 188 mujeres son los futuros comandantes de escuadra o técnicos de diferentes especialidades, pero también constituyen la fuerza renovadora de jóvenes al servicio del país. Para llegar a esta instancia, debieron sortear un exigente proceso de preparación académica y física; dentro de ellos destaca la figura de la primera antigüedad, obtenida por el Cabo Luis Beltrán B. 

En esta instancia, el Cabo Beltrán obtuvo la medalla “Comandante en Jefe del Ejército” y los premios “Cámara de Diputados” y “Ministro de Defensa Nacional”. Además de estos justos reconocimientos, fue él quien solicitó permiso al Comandante en Jefe para dar inicio al desfile de honor, el cual encabezó ante la atenta mirada de las autoridades civiles y militares. “Para mí es una gran responsabilidad, ya que uno se convierte en ejemplo dentro de la promoción. Quizás en primer año no pensé que sería primera antigüedad, pero luego fue una meta lograrlo”, expresó en la oportunidad.
 
Aunque su vínculo con el Ejército es reciente, la historia del Cabo Beltrán no se queda corta en intensidad. Desde adolescente, en su natal ciudad de Los Ángeles, sintió deseos de integrar las filas de la Institución. Su punto de partida fue el Servicio Militar, instancia que lo llevó hasta el Regimiento Logístico N° 5 “Magallanes”, unidad ubicada en la lejana y austral Punta Arenas. “Fue una gran experiencia, poque se trataba de un mundo desconocido donde había que adaptarse rápidamente. Casi todos veníamos de la Región del Biobío, así que se dio una gran camaradería, especialmente en los períodos de instrucción. Nunca olvidaré los cánticos mientras salíamos a trotar en las tardes, esa energía nos daba una motivación increíble”.   

Motivado por ingresar a la Escuela de Suboficiales, le informaron que para cumplir el requisito requería realizar un gasto médico importante, pero no contaba con el dinero. Ello lo llevó a tomar la alternativa de seguir vinculado al Ejército como Soldado de Tropa Profesional. De esta forma fue destinado al Destacamento de Montaña N° 3 “Yungay” en Los Andes. Entre sus tareas le correspondió desempeñarse en el plan de invierno “Código Azul” y en labores de control público en la Región Metropolitana durante el estallido social. “El 2019 fue un año intenso, donde además integré la Compañía Andina y también aprendí a escalar y a esquiar”.  

Después de ahorrar durante un año, postuló a la Escuela de Suboficiales, instituto matriz donde finalmente fue aceptado. Pero las cosas no serían tan sencillas, pues debido a la pandemia debió seguir las clases online gran parte de su primer año. “Prefiero las clases presenciales, pero debimos adaptarnos a las circunstancias que vivía el país. Por otro lado, para seguir el plan de instrucción física, entrené en el patio de mi casa y salía a trotar de noche por el barrio”. Así y todo, obtuvo el primer lugar de su curso al finalizar el 2020. Y fue este 2021 que escogió el Arma de Infantería, obteniendo al finalizar el año, nuevamente la primera antigüedad.

“Escogí la Infantería por su tradición, ser fundamental en la conquista de un territorio y por la camaradería que se forja con quien está al lado durante el combate”. Con esa confianza, con la cual piensa llegar a lo más alto del escalafón de suboficiales, el Cabo Beltrán señala que a partir de enero 2022 comienza el curso de Paracaidista  en la Brigada de Operaciones Especiales (BOE) “Lautaro”, unidad donde quedó encuadrado. “El Ejército da oportunidades a quienes estudian, se esfuerzan y desarrollan sus capacidades. Por eso estoy agradecido y les digo a quienes piensan seguir esta carrera, que las cosas no se dan inmediatamente, pero si hay constancia, en algún momento llega la recompensa”.