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Cabo 1° Cristián Berríos, instructor de la Escuela de Paracaidistas y Fuerzas Especiales “Creo que la única forma de motivar al alumno es con el ejemplo personal”

Publicada: 03/02/2021

Las jornadas de trabajo de Cristián Berrios, pueden incluir saltar en paracaídas a más de 4.000 metros de altura con mochila y fusil y luego marchar 15 kilómetros para alcanzar un objetivo. Otros días buceando a 25 metros bajo las gélidas aguas del mar chileno, como parte de su entrenamiento para desempeñarse como instructor de la Escuela de Paracaidistas y Fuerzas Especiales.

Son más de 16 años de preparación y esfuerzo en el Ejército, en que el Cabo 1° Cristián Berríos –de 35 años, soltero y padre de dos hijos de 13 y 2 años– ha obtenido las especialidades de Comandos, Paracaidista, Buzo Táctico y las subespecialidades de Jefe de Salto, Francotirador e Instructor de Comandos, y todos estos conocimientos los traspasa a las nuevas generaciones.

La experiencia adquirida en estos años es fundamental para instruir a los futuros integrantes de las operaciones especiales del Ejército, en los distintos cursos que imparte la Escuela de Paracaidistas, pues explica que el “alumno confía 100% en su instructor. Por ejemplo, he saltado 500 veces como paracaidista en salto libre y sé lo que puede pasar, conozco los procedimientos, porque los he realizado muchas veces. Eso es lo que ven los alumnos, la confianza que uno les da como instructor”.

Estos cursos son exigentes tanto para los alumnos como para los instructores. “Las instrucciones son día y noche y muchas veces hay poco descanso”, por lo que la motivación es un factor importante a la hora de enfrentar estas exigencias. “Creo que la única forma de motivar al alumno es con el ejemplo personal”, para eso señala es fundamental trabajar con profesionalismo y transmitir las ganas y gusto por lo que hace.

“A todos los que estamos acá en la Escuela nos gusta lo que hacemos. Por eso todos nos preparamos y queremos que cuando nos toque enseñar algún tema los alumnos tengan la confianza necesaria en que estamos preparados para poder instruirlos”, indica el Cabo 1° Berríos.  

Igualmente, explica que todas las instrucciones son planificadas y con las medidas de seguridad correspondientes. “Existen planes de entrenamiento, orientaciones y briefing de seguridad, se comenta a los alumnos el trabajo que se va a realizar, para que tengan la confianza que el entrenamiento, que va a ser exigente para ellos, está en un ambiente controlado y con la seguridad de que si ocurre algún problema o mal funcionamiento de un equipo se va a reaccionar oportunamente”.

Por otra parte, las actividades que realizan conllevan cierta incertidumbre como es saltar de aviones, descender de helicópteros en fast rope o bucear en la oscuridad del océano, puede existir el componente del miedo, que “se vence con un factor que se llama confianza. Cuando tienes los conocimientos para poder efectuar un procedimiento, generas la confianza necesaria en que lo que está haciendo, se está haciendo bien. Eso sí, la preocupación siempre está, por que los accidentes pueden pasar, por el mal funcionamiento del material, el factor atmosférico o ambiental, pero estas preparado para enfrentarlo”, puntualiza.

Un ejemplo del temple que se logra con el constante entrenamiento, es cuando el instructor se enfrenta a una emergencia y el Cabo 1° Berríos, ha enfrentado más de una. “En salto libre en dos ocasiones no se ha abierto el paracaídas, pero utilicé el procedimiento para abrir la reserva y no tuve ningún problema porque sabía lo que tenía que hacer, yo me había entrenado para eso”.

 

En ayuda de la comunidad

 

Todos estos conocimientos, años de entrenamiento y experiencia son puestos a disposición de la población cuando es requerido. Ejemplo de ello, fue el año 2010, para el terremoto y posterior maremoto que azotó las costas chilenas, el Cabo 1° Berríos fue desplegado en Constitución para participar en la búsqueda de personas desaparecidas en la desembocadura del río Maule.

“El Ejército tiene el equipo y el personal para apoyar a la ciudadanía y nosotros éramos los encargados de apoyar a la población, sabíamos realizar buceo, que es lo que se necesitaba en ese entonces”, recuerda el suboficial.

Trabajaron sin descansar, de domingo a domingo, por cuatro meses y gracias a ese esfuerzo, la patrulla que integraba pudo recuperar 12 cuerpos.  

“Empezábamos las faenas de buceo temprano y a las 7:30, ya había personas esperándonos para ayudar a bajar los botes y el equipo para que fuésemos a buscar a sus familiares y eso nos llenaba de ánimo para continuar, porque las personas buscaban una pequeña luz de esperanza de encontrar un familiar y darle descanso”.

Esta experiencia sin duda marcó al Cabo 1° Berríos. “Es una satisfacción del alma poder ayudar al prójimo sin nada a cambio, esa es la satisfacción de ayudar en los estados de catástrofe. Cuando alguien lo necesita, con los conocimientos y entrenamiento que tiene lo puedes ayudar”.

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