El gobierno reconoce la importancia de nacionalizar cuanto más se pueda los sentimientos de los chilenos, y advierte que la voz “Patria” –usada hasta entonces en todos los actos-, es demasiado abstracta y no individualiza la nación, ni tampoco produce un efecto tan popular como el nombre del país. Se decreta entonces que en todos los actos civiles y militares se usará en adelante la voz “Chile”, y será el Ministro de Gobierno quien se encargará de su ejecución.