Tras la victoria chilena en la batalla de Miraflores, el general Cornelio Saavedra Rodríguez recibe la orden de ocupar Lima rendida, al mando de una División de 3.000 hombres. A las tres de la tarde, ingresaron las tropas desfilando al son de las marchas militares. Encabezaba la columna la artillería de campaña con material Krupp al mando del coronel Carlos Wood, seguida por el Regimiento Buin 1° de Línea, el Zapadores, el Bulnes y los regimientos de caballería Cazadores y Carabineros de Yungay. Más tarde se ocuparon los principales edificios públicos.
En un relato sobre este evento se señalaba que: “En esa parada, los soldados habían hecho gala de lucir todo su espíritu militar. Las mitades de infantería giraban como láminas de acero. Las piezas de campaña, brillando al sol como antiguos espejos venecianos, cuajados de rotos tiesos, indiferentes y despreciativos como si a Lima entraran todos los días; y arrastradas por troncos de caballos de un solo color en cada batería, caballos robustos y alegres cual si vinieran de potrero, más que de cosa real, hacían el efecto de un cuadro pintado con los más bellos colores de Meissonier.” (Extracto de “La entrada a Lima. Día antes y días después”. En: “Cuentos de la Guerra y otras páginas de Daniel Riquelme”. Compilado por Mariano Latorre y Miguel Varas Velásquez. Imprenta Universitaria, 1931. Pág. 203).