Desfile que se efectúa en el Parque O’Higgins de la ciudad de Santiago, el 19 de septiembre de cada año, para conmemorar el “Día de las Glorias del Ejército de Chile”. A este homenaje, representado por una solemne revista militar, adhieren las restantes instituciones de las Fuerzas Armadas, Carabineros de Chile, además de delegaciones extranjeras y el tradicional Club de Huasos “Gil Letelier”.
Luego de la presentación de las escuelas formadoras de oficiales, desfilan por escalones institucionales en el siguiente orden: Armada de Chile, Fuerza Aérea de Chile, Carabineros de Chile y finalmente, cierra la Parada Militar el Escalón Ejército de Chile. La Parada Militar es presidida por las más altas autoridades del país, encabezadas por el Presidente de la República, quien da la venia al “Jefe de las Fuerzas de Presentación” para comenzar el desfile.
La importancia nacional y el simbolismo de la Parada Militar recuerdan a todos aquellos que cayeron defendiendo el honor y las armas de Chile, no solo en el proceso de emancipación nacional, sino que en conflictos posteriores como la Guerra contra la Confederación Perú Boliviana y la Guerra del Pacífico.
El juramento a la Bandera es una ceremonia militar celebrada cada año por el Ejército de Chile, en recuerdo a los 77 jóvenes soldados que combatieron hasta la muerte durante el Combate de la Concepción entre el domingo 9 y el lunes 10 de Julio de 1882.
Este acto se ha efectuado cada 9 de Julio a partir de 1914. En todas las guarniciones militares de Chile, los nuevos cadetes, dragoneantes y conscriptos, así como los nuevos oficiales y suboficiales, juran fidelidad y lealtad a su bandera y a su patria.
Ceremonia realizada en la totalidad de las unidades y escuelas que reciben contingente, donde el soldado recibe el arma que la Patria le entrega para defenderla. En la ocasión, es la familia (padres, hermanos o apoderados) la que representa a la Patria, siendo este el símbolo que personifica a las fuerzas vivas del país. Por su parte, son los comandantes de escuadra, sección o compañía quienes entregan el arma a aquellos soldados cuyos padres no puedan asistir a la ceremonia. De esta forma, confluyen tres componentes: Dios, que le entrega el alma al soldado; los padres, que son quienes le confieren la posibilidad de la existencia física; y el Estado, quien le entrega el arma y con ella, la confianza para que el soldado haga uso de ella en aras de los intereses nacionales.
En esta ceremonia se refuerza la misión que la Constitución Política de la República entrega al Ejército, en el sentido de ser el depositario del monopolio legal del uso racional de la fuerza, y por intermedio de ésta poder cumplir con las misiones de defensa y seguridad de la soberanía nacional, proteger a la población y resguardar el territorio frente a amenazas que atenten contra la comunidad nacional.
Ceremonia de reunión de las tropas y de recogimiento espiritual que se realiza una vez al año, durante el período final de instrucción de combate y, especialmente, al finalizar períodos de concentraciones y/o maniobras de las divisiones, brigadas o escuelas. Esta ceremonia evoca las más memorables tradiciones militares y destaca al soldado chileno, rememorando hechos históricos nacionales, además de contemplar un análisis de los sentimientos que experimenta el soldado cuando se encuentra en terreno.
Ceremonia en la cual se reconoce el mérito y la trayectoria profesional del personal que asciende a un nuevo grado en la Institución. Ella debe realizarse en presencia de toda la unidad, con la finalidad de presentar al ascendido al personal y el reconocimiento que se deberá observar hacia su nueva jerarquía, sus atribuciones y obligaciones pertinentes.
Idealmente, la ceremonia se realiza en la fecha más próxima al decreto de ascenso; se invita a los familiares directos de los ascendidos, que serán investidos en el nuevo grado por el comandante o director correspondiente.
Luego de la ceremonia, el más antiguo del grado que ostentaba el ascendido, hace uso de la palabra para despedirlo. Por último, el menos antiguo del grado al que ha ascendido el homenajeado, expresa algunas ideas para darle la bienvenida.
Rito tradicional que se realiza la noche previa al “Juramento a la Bandera”, ocasión en la que se reflexiona con los juramentados sobre los desafíos que depara la carrera militar y los deberes hacia la Patria. La Vigilia de Armas es justamente ese momento de reflexión necesario para quien asumirá la responsabilidad de “empuñar” las armas que la Patria pone a su disposición para defenderla, “hasta rendir la vida si fuese necesario”.
Esta tradición, basada en acontecimientos de la vida militar durante la Edad Media, se ha adoptado desde el año 1900, fecha que coincide con la entrada en vigencia de la ley de conscripción, o servicio militar obligatorio en todas las unidades del Ejército. Durante el desarrollo del ceremonial se debe respetar en todo momento la libertad de culto del militar, con el fin de que la oratoria sea asimilada de igual forma por el conjunto, sin distinción de ninguna especie.
En las oportunidades en que, con motivo de una formación, sea necesario exhibir o guardar el Estandarte de Combate de la unidad, se rinden honores con toda la unidad de formación a los sones del himno nacional. Esta tradición, tiene el propósito de incrementar en la tropa el respeto y cariño por el símbolo nacional.
El estandarte y sus escoltas se ubican a la cabeza de la unidad y el más antiguo debe disponer que se rindan los honores correspondientes. Mientras dure esta actividad, el oficial portaestandarte y sus escoltas desfilan al frente de toda la unidad con paso regular, tanto de ida, como de regreso, para después tomar su ubicación a la cabeza de ésta.
Tradición militar que se realiza con ocasión de las bodas de los oficiales en servicio activo, donde sus camaradas realizan un arco de espadas en las puertas de la iglesia como expresión de afecto de quienes los reciben en el seno de la familia militar.
Se debe tener presente que la espada es el símbolo por excelencia de los oficiales, a quienes se les ha conferido una réplica de la espada del Padre de la Patria. Tratándose de matrimonios del personal del Cuadro Permanente, los camaradas del contrayente forman una fila similar a la de los oficiales y rinden homenaje a los novios, haciendo el saludo militar con mano en visera, razón por la cual, esta ceremonia también se denomina “honores en ceremonias nupciales”.
La tradición de izar el pabellón nacional los días domingos en la plaza de armas de la ciudad se remonta a los albores de la Independencia, siendo la actual bandera izada por primera vez en forma pública, el 12 de febrero de 1818, durante la solemne proclamación de la Independencia, en la que también se dio inicio al rito del Juramento a la Bandera.
Las plazas de las principales ciudades del país han sido tradicionalmente un lugar de encuentro familiar y donde habitualmente los ciudadanos se pasean y reúnen los domingos y celebran las festividades. Por ello, la participación de una pequeña unidad militar, junto a la banda instrumental izando el pabellón nacional, es una oportunidad para mantener contacto con la comunidad. Terminada esta actividad, la unidad de formación se retira, permaneciendo la banda instrumental para ofrecer una retreta musical en el lugar de ubicación de la banda, o en un lugar donde se pueda congregar el público, interpretando temas populares, folclóricos y una selección de marchas militares.