Ante la llegada de nuevas fuerzas realistas a Chile al mando de Mariano Osorio y el fracaso del asalto del morro de Talcahuano, era necesario mostrar, tanto al pueblo chileno como a las potencias extranjeras, que Chile era un país con soberanía y no solo un territorio insurgente. El general Bernardo O’Higgins Riquelme, el entonces Director Supremo que se encontraba en las campañas en el sur, procedió a realizar un acto político trascendental: declarar oficialmente la Independencia de Chile, como reafirmación de autoridad y reto al invasor. El 1 enero de 1818 firmó en el campamento de Morrillos de Perales el Acta de Independencia de Chile, la cual fue fechada y nuevamente proclamada en Concepción ese mismo día ante las tropas y el pueblo en la plaza de la ciudad, hoy conocida como la Plaza de la Independencia en su conmemoración. El acta fue proclamada el 12 de febrero, día del aniversario de la Batalla de Chacabuco, firmando Bernardo O’Higgins, Miguel Zañartu, Hipólito Villegas y José Ignacio Zenteno.
Durante la lucha por la independencia nacional, Manuel Rodríguez Erdoiza, al frente de ochenta huasos montados, sorprende a los realistas que resguardan Melipilla y se apodera de la ciudad, confiscando para la causa patriota los fondos acumulados por los recaudadores de impuestos del gobernador Marcó del Pont, llevándose además las armas de la guarnición.
En el marco de la Guerra contra la Confederación Perú- Boliviana, el Ejército Restaurador disputa la posesión del puente sobre el río Buin al grueso del ejército confederado. La avanzada de los confederados al cruzar el río Buin había alcanzado la retaguardia y los batallones Carampangue y Valdivia que se defendieron bajo una tormenta de lluvia y granizo sobre el campo de batalla. La situación del Ejército chileno se veía comprometida, pero bajo la dirección personal del General en Jefe resistió la acometida del enemigo; la lucha no solo se remitió a un fuego cruzado, sino también a combate con bayoneta. El teniente de origen araucano Juan Lorenzo Colipí, conocido como el Héroe de los Puentes también por su heroica participación en la defensa del puente Llaclla, jugó un papel preponderante. Finalmente, las fuerzas chilenas lograron derrotar a los confederados.
Las acciones de Llaclla y Buin fueron combates menores pero que tuvieron gran repercusión en el resultado de la guerra, al retrasar el avance confederado, dándole más tiempo a Bulnes para organizar sus fuerzas defensivas en San Miguel y prepararse para la acción decisiva, la batalla de Yungay.
Combate que marcó el fin de la Guerra Civil de 1851 donde se enfrentaron conservadores y liberales, quienes intentaron remover el gobierno del presidente Manuel Montt y derogar la Constitución de 1833.
Luego de la batalla de Loncomilla, el general José María de la Cruz reconocía la autoridad del presidente Montt y entregaba el mando de sus tropas al general Manuel Bulnes; la guerra ya estaba militarmente definida.
Sin embargo, debían ejecutarse varias acciones para concluirla, ya que los revolucionarios en el norte al mando de José Miguel Carrera Fontecilla –vencidos anteriormente en Petorca- se habían atrincherado en La Serena, resistiendo el asedio al que fueron sometidos por los gobiernistas. Estos, mandados por el coronel Juan Vidaurre-Leal, lograron ocupar dicha ciudad a fines del año 1851.
El foco revolucionario se había extendido también a Copiapó, avivado por el aliciente de apoderarse de las minas. Se habían tomado la ciudad, organizados por el comerciante Bernardino Barahona que, con la ayuda de una fuerza subrepticiamente introducida a la ciudad, depuso al Intendente y asumió este cargo.
El ataque a los revolucionarios fue encargado al teniente coronel Victorino Garrido, quien se embarcó hacia Caldera con 200 infantes y dos cañones, mientras los escuadrones de caballería de Copiapó lo seguían por tierra. Garrido desembarcó sin oposición en Caldera, tomó posesión del ferrocarril y avanzó audazmente hasta Linderos de Ramadillas, a cuatro leguas de Copiapó. Allí tomó excelentes posiciones defensivas, resuelto a esperar que se reuniera la caballería para proseguir el avance de la ciudad. Tras infructuosas negociaciones con Barahona, comenzó el combate.
Garrido derrota a las fuerzas revolucionarias de Copiapó y luego de ocupar Copiapó el 9 de enero, se pone fin a las acciones armadas de la revolución.
En enero de 1817 el Ejército de Los Andes inició las operaciones destinadas a llevar a cabo la invasión a Chile para lograr la Independencia. El día 9 parte desde Mendoza, Argentina, el teniente coronel patriota Juan Manuel Cabot, a cargo de una de las columnas secundarias del Ejército de Los Andes que debía aparecer por Coquimbo para despistar a las fuerzas realistas.
Durante la Guerra a Muerte, se libra un sangriento combate en Lumaco, durante el cual los indios de Venancio Coihuepán y la partida patriota del capitán Salazar derrotan a los indios realistas de Carrero y Catrileo.
En la Guerra del Pacífico, las fuerzas chilenas mandadas por el general Manuel Baquedano derrotan al ejército del general Nicolás de Piérola, presidente del Perú. Esta batalla fue la primera que abrió las puertas de Lima para las tropas chilenas y una de las más importantes cuantitativamente, con unos 48.000 hombres en combate.
Se inició con el asalto de la I división contra el ala derecha peruana, que hizo retroceder a las unidades más avanzadas en el sector de Villa. Al haberse extraviado durante la marcha nocturna la II división que debía atacar el centro de la posición, el coronel Andrés Cáceres que defendía ese sector, envió refuerzos al ala derecha, por lo que el ataque I división chilena fue detenida, debiendo el general Baquedano enviar a dos de los regimientos de reserva para apoyarla; reforzada de esa forma, la división pudo reanudar el asalto. Cuando la II división entró en combate contra el centro peruano que se apoyaba en los cerros de San Juan, se encontró con una obstinada resistencia de los defensores, la que fue superada mediante el esfuerzo de los regimientos Buin, Esmeralda y Chillán, provocando la brecha que necesitaba Baquedano para lanzar a la caballería a la profundidad del dispositivo, empleando en ellos a los regimientos Granaderos y Carabineros de Yungay.
En el resto de la línea defensiva, todos los cuerpos peruanos fueron desalojados de sus posiciones; algunos retrocedieron hacia Miraflores perseguidos por los atacantes mientras que otros fueron reagrupados por sus oficiales y se replegaron a las posiciones fortificadas en el Morro Solar.
La segunda fase de la batalla estuvo caracterizada por la decidida resistencia que mostraron los defensores, quienes lograron detener a las fuerzas chilenas de la I división, hasta que estas fueron reforzadas por la reserva y otras unidades de la II y III divisiones, que habían trepado a las alturas y entrado al balneario de Chorrillos, donde se produjo un combate calle a calle.
Se decreta, entre otros temas, que “siendo la primera obligación de todo habitante de un país libre prepararse con los conocimientos e instrucción militar necesaria para defender su patria, sobre todo en circunstancias en que la tiranía hace los últimos esfuerzos por destruirla, decreta el gobierno que todo habitante de Santiago es un militar. En cada uno de los ocho cuarteles en que se divide, se formará un batallón o regimiento de infantería compuesto de los individuos que en ellos reside”.
Aun después que las campañas militares dieron por cumplida la independencia de Chile, al haberse derrotado decisivamente el ejército enviado por el virrey al sur y a las montoneras, la amenaza realista no había desaparecido por completo, por cuanto Chiloé todavía era el último bastión realista en América. Era una prioridad la conquista del enclave, que estaba bajo el mando del general realista Antonio Quintanilla, quien defendía firmemente la isla. El primer intento por incorporar a Chiloé fue llevado a cabo por el almirante Cochrane en 1820, el cual no logró triunfar. El segundo, en 1824, fue una expedición bien organizada comandada por el entonces Director Supremo, general Ramón Freire Serrano, que también fue derrotado. Pero ya en 1826 desembarcaba nuevamente una expedición de Freire en la Bahía del Inglés, y en los cerros de Pudeto logran desalojar a las fuerzas realistas de Antonio Quintanilla de sus posiciones entre el mar y los cerros.
Los combates de Pudeto y Bellavista fueron los últimos librados en América en aras de la Independencia, provocando la rendición de Quintanilla. Al día siguiente se firmó el tratado de Tantauco, declarándose la independencia de la isla y el archipiélago, anexándose esos territorios a la República de Chile el 31 de enero.
Esta batalla ocurrida durante la Guerra del Pacífico, estalló sorpresivamente durante el transcurso de un armisticio para negociar la rendición de Lima, en el cual habían intervenido los representantes diplomáticos acreditados en Lima, que buscaban impedir su protección y proteger a los civiles.
Mientras el general Baquedano hacía un reconocimiento junto a sus ayudantes, fue atacado por una cerrada descarga de fusilería proveniente de la posición defensiva. Las fuerzas chilenas, confiadas en el armisticio, no habían adoptado todavía su dispositivo para el asalto, por cuanto solo la III división al mando del coronel Pedro Lagos se encontraba adelantada en contacto con la playa. La caballería y la reserva estaban agrupadas más atrás en Barranco; la 1era división recién salía de Chorrillos junto a la artillería de campaña, y la II aun ocupaba su campamento en San Juan.
La división de Lagos debió resistir sola el ataque de toda el ala derecha y centro peruanos, que se lanzaron al asalto contra el frente y el desprotegido flanco derecho de la III división. La escuadra chilena rompió fuego en apoyo de la infantería, mientras que Baquedano ordenó el empleo de la reserva junto con una carga del Carabineros de Yungay, logrando rechazar a los atacantes de Lagos.
Al llegar la 1era división se estabilizó el frente, pasando Lagos al contraataque, rompiendo la defensa por la costa y envolviendo el centro peruano por la espalda, quienes no pudieron retirarse, al estar encerrados entre el ataque por frente y la retaguardia. Luego de tres horas y media de combate, la victoria era chilena.
En la tarde del mismo día 17 de enero de 1881, las primeras tropas chilenas entraban a Lima, mientras que el resto del Ejército chileno lo hizo en el día siguiente.
Tras la victoria chilena en la batalla de Miraflores, durante la Guerra del Pacífico, el general Cornelio Saavedra recibe la orden de ocupar Lima rendida, al mando de 3.000 hombres. Encabezaba la columna la artillería de campaña con material Krupp al mando del coronel José Velásquez, seguida por el regimiento Buin 1° de línea, el Zapadores, el Bulnes y los regimientos de caballería Cazadores y Carabineros de Yungay. A las tres de la tarde, ingresaron las tropas desfilando al son de las marchas militares. Por respeto, se ordenó no tocar la canción nacional. Más tarde se ocuparon los principales edificios públicos.
En el marco de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, el general Manuel Bulnes, General en Jefe del Ejército Restaurador, derrota decisivamente al ejército confederado del mariscal Andrés de Santa Cruz. La batalla comenzó con el ataque al cerro Pan de Azúcar, que realizó una columna compuesta por cuatro compañías de cazadores: una del Carampangue, otra del Santiago, una tercera del Valparaíso y la sexta compañía del Cazadores del Perú. Las fuerzas marcharon al mando del comandante del Carampangue, coronel Jerónimo Valenzuela, quien tenía como segunda al mando al coronel peruano Juan Antonio Ugarteche. Tras una reñida lucha, los soldados restauradores llegaron hasta la cima del cerro derrotando a los defensores confederados.
El parte del general Manuel Bulnes, dice que la Batalla de Yungay: “fue una de las batallas más encarnizadas y sangrientas que jamás se han visto en América: batalla que empezó a las 10 de la mañana y concluyó a las cuatro de la tarde. Los enemigos se han defendido con una tenacidad extraordinaria: pero nada ha bastado a resistir el vigoroso brazo de los ínclitos guerreros que componen el Ejército Unido”.
En esta batalla se cubrió de gloria una mujer chilena, la cantinera Candelaria Pérez, quien acompañaba a los soldados del Carampangue. Candelaria Pérez es la primera mujer de la cual existen registros más o menos completos sobre su participación en el Ejército y en un conflicto bélico. Su colaboración como cantinera y la obtención de su grado de subteniente por los servicios prestados, marcan el inicio de la presencia oficial de la mujer en el Ejército y un modelo a seguir.
Uno de los combates de las operaciones en el norte, en el marco de la Guerra Civil de 1891 que enfrentó al bando gobiernista –del presidente Manuel Balmaceda-, y a los revolucionarios congresistas.
Debido a la sublevación de las tropas de la guarnición de Pisagua el 19 de enero, partidaria del banco congresista, el intendente de Tarapacá Manuel Salinas dispuso que se organizara una columna para recuperar ese puerto. En Zapiga se encontraron las fuerzas gobiernistas, al mando del teniente coronel Marco Aurelio Valenzuela, y los revolucionarios al mando del coronel Estanislao del Canto, pero no se logró nada decisivo para ningún bando, retirándose ambos con heridos y muertos. El 23 de enero avanzó Valenzuela sobre Pisagua al frente de 400 hombres, dividiendo sus fuerzas en dos columnas, una que se desplegó frente al Alto Hospicio y otra que prosiguió por el ferrocarril para coronar las alturas que dominan a Pisagua por el sur. Del Canto se apostó delante de la columna de Alto Hospicio con 221 hombres, sosteniéndose el combate con hasta las 10 am. Agotadas sus municiones, los gobiernistas hicieron señales de rendirse, engaño en que cayeron los revolucionarios, quienes creyéndose vencedores fraternizaron con ellos para después ser desarmados y apresados. Los gobiernistas avanzaron hacia Pisagua con numerosos prisioneros y del Canto logró escapar.
Sin embargo, la victoria revolucionaria fue parcial, ya que la inminente llegada de más fuerzas balmacedistas hizo insostenible la situación, por lo que resolvieron evacuar la plaza sin nuevo combate. Finalmente, Valenzuela ocupó Pisagua el día 27 de enero. Por estas supuestas actitudes de fraternidad, los cronistas bautizaron estos singulares combates con el apodo del “Combate de los abrazos”.
El que alguna vez fue elegido Diputado en el primer Congreso Nacional de 1811, enfrentó su mayor desafío al ser nombrado Director Supremo de Chile el 16 de febrero de 1817. Bernardo O’Higgins tuvo que poner en marcha y organizar un país independiente, afrontando dificultades y compatibilizando las bases de la institucionalidad con los escasos recursos disponibles.
Muchas de sus ideas y políticas estuvieron inspiradas en el pensamiento ilustrado y moderno, que conoció y desarrolló durante su juventud en Londres gracias a la influencia del general venezolano Francisco de Miranda, su “padre político”. El progreso, el libre comercio, la tolerancia religiosa, la seguridad individual, la libertad de conciencia, entre otros, fueron las directrices de sus iniciativas.
Pese a que las obras de su gobierno significaron un adelanto en diversos aspectos, este no estuvo exento de contrariedades. La seria crisis económica derivada de la cruenta y desgastadora lucha por la independencia, la imposición de impopulares contribuciones forzosas para cubrir gastos militares y la oposición de la aristocracia tradicional y de la Iglesia monarquista que se sintieron perjudicadas por las medidas del gobierno –como la abolición de los títulos de nobleza, mayorazgos y otras medidas-, fueron factores que complicaron la gestión.
Esta animadversión en contra del gobierno alcanzó su clímax cuando la Constitución de 1822 prolongó el mandato de O’Higgins, y a inicios de 1823 estalló una revuelta en Concepción liderada por el general Ramón Freire. Ante una posible guerra civil, en un acto conciliador y patriótico, O’Higgins renunció al cargo de Director Supremo en un Cabildo Abierto el 28 de enero de 1823 tras 6 años en el mando, para luego retirarse y emigrar a Perú.
Por ley N° 2.463, se organiza el Servicio Religioso del Ejército y de la Armada, y se crea el cargo de Vicarios y Capellanes Castrenses, disponiéndose que:
El Servicio Religioso, dependiente del Ministerio de Guerra, estará a cargo de un sacerdote nombrado de acuerdo a la Santa Sede y el Presidente de la República, quien llevará el título y desempeñará las funciones de Vicario General Castrense, con rango y prerrogativas correspondientes al grado de general de brigada, si tuviere la dignidad Episcopal, o al de coronel si no la tuviere. Además, estará a cargo de los nombramientos de capellanes, su traslado, ascenso o remoción, previa aprobación por decreto supremo.
El 26 de diciembre del mismo año se establece el reglamento de dicho servicio, que entre otros artículos dispone que le corresponde a esa oficina elaborar los proyectos de reglamentos referentes a la organización y funcionamiento del servicio, junto a las diversas obligaciones y atribuciones del personal de capellanes; proponer al Ministro las reformas de organización que la práctica señale necesarias; atender al despacho diario de los asuntos de dicho servicio; preparar los decretos, órdenes ministeriales, instrucciones, providencias y demás documentos de Vicaría que requieran la firma del Ministerio; calificar al personal de capellanes; y confeccionar la parte de la memoria anual del servicio.
En 1820 el poderío militar español en Chile estaba concentrado en Valdivia y Chiloé, allí se habían reunido las tropas realistas vencidas y era el único punto por donde podía iniciarse una nueva reconquista. El almirante Lord Thomas Cochrane, ordena al mayor Jorge Beauchef al mando de una fuerza expedicionaria compuesta por 250 soldados de los batallones N° 1 y N° 3 y 60 soldados de marina tomen por asalto los fuertes de San Carlos, Amargos, Chorocamayo, Niebla y Corral. Fue un logro importantísimo, ya que le negaron la base de operaciones a los realistas con la caída de Valdivia.
Cruzando la cordillera una columna del Ejército de los Andes, por el paso de Uspallata, el coronel Juan Gregorio de Las Heras dispone que, al aclarar, el comandante Enrique Martínez se adelante con 200 hombres hacia la guardia realista. Éste cae por sorpresa sobre los 60 soldados enemigos y después de una hora de combate terminan por vencerlos, rindiéndose el oficial realista a cargo. A la misma hora y por el paso de Los Patos, el sargento mayor Santiago Arcos al mando de otra columna de la división Soler, dispersaba la guarnición realista de Las Achupallas.
En el período de la Guerra Civil de 1891 en la campaña en el norte, el comando congresista había resuelto apoderarse de Tarapacá, y para realizarlo era indispensable la posesión firme del puerto de Pisagua. Allí concentró la totalidad de sus fuerzas, bajo el mando del coronel Estanislao del Canto, quien había logrado huir el 23 de enero tras el combate de Alto Hospicio. Al amanecer del día 6 de febrero, la escuadra entraba a Pisagua y a las 6 am abrió fuego contra las posiciones gobiernistas. Del Canto dispuso que una columna de 290 hombres desembarcara por la caleta Playa Blanca, al norte de Pisagua, y otro destacamento por Punta Pichalo, al sur, con orden de converger sobre Alto Hospicio. Después de arrollar a las fuerzas destacadas en esa altura, las dos columnas de Canto ocuparon el pueblo.
En el transcurso de la enorme hazaña que fue el Cruce de Los Andes, mientras la división Soler cruzaba la cordillera por el paso de Los Patos, el teniente coronel patriota Manuel Necochea acampaba con cerca de 110 granaderos al pie del cerro de Las Coimas, cerca de San Felipe. El coronel Atero, jefe realista que se encontraba en San Felipe, se entera de las posiciones de Necochea y decide atacarlo con cerca de 600 hombres e infantería montada, en clara superioridad numérica. Las avanzadas realistas dispersaron fácilmente la guardia patriota de Las Coimas, con la infantería en columnas y la orden de perseguir a los patriotas solo con la caballería. Pero Necochea había dividido a sus granaderos en tres columnas y escondido una de ellas detrás de los arbustos, y mientras avanzaba la caballería enemiga que perseguía a unos pocos soldados hacia Putaendo, hizo caer sobre sobre el desguarecido flanco derecho realista 80 granaderos. El combate fue breve y reveló desde el primer momento la superioridad de la caballería patriota. Al decir del historiador Francisco Encina, “los sables realistas, fabricados en la maestranza de Santiago, se quebraban al chocar con los de los granaderos y la mayoría de las tercerolas se descompusieron a los primeros disparos”. Finalmente, los realistas derrotados se retiran hacia San Felipe.
Contienda de la Independencia de Chile entre las fuerzas del Ejército de Los Andes y las tropas realistas. Fue la culminación de los esfuerzos de los patriotas liderados por el general José de San Martín, y el día en que el general Bernardo O’Higgins demostró su liderazgo y valentía en el campo de batalla. La heroica jornada de Chacabuco marcó el renacer de la causa independentista en Iberoamérica.
Las fuerzas patriotas principales al mando de San Martín venían organizadas en dos divisiones, la de vanguardia a cargo de Soler que avanzaría por la cuesta nueva y la del centro al mando de O’Higgins que lo haría por la vieja. Se vivía el 11 de febrero de 1817 y los realistas se encontraban al sur de las alturas de Chacabuco, los patriotas inmediatamente al norte de ellas. El baqueano Justo Estay trajo noticias del enemigo entregando a San Martin los detalles de su defectuoso despliegue. Los realistas ocupaban las alturas con unos 200 hombres, el grueso de las fuerzas permanecía cerca de las casas en el bajo. O’Higgins que conforme la orden de ataque había iniciado su desplazamiento a las dos de la mañana avanzaba por la cuesta vieja acercándose a los cerros más altos donde su vanguardia tomó contacto con los realistas. Al ver la envergadura de las fuerzas que avanzaban el Capitán Mijares que estaba al mando y que había pedido refuerzos a Maroto decidió la retirada hacia el bajo ante la sorpresa de su comandante que le había ordenado resistir. O’Higgins autorizado por San Martín ordenó la persecución de los realistas cuesta abajo. Así sus fuerzas se encontraron de improviso con el grueso de los realistas a la salida de una gran quebrada. O’Higgins colocó a sus dos batallones en línea de frente al enemigo y a la caballería le ordenó un movimiento envolvente al flanco izquierdo del enemigo. Su primer ataque fue detenido y tuvo que retirarse. Eran cerca de las 12 del día y las fuerzas de Soler no daban señales de vida. Mientras tanto O’Higgins dispuso un segundo ataque a la posición enemiga, disponiendo ahora que la caballería atacara el flanco derecho realista. Al frente de sus hombres y con el grito “O vivir con honor o morir con gloria, el que sea valiente que me siga” hizo que el enemigo se retirara. Soler había retrasado notoriamente su avance y solo apareció en el campo de batalla pasada la una de la tarde cuando el enemigo ya se retiraba. La caballería patriota que venía con Soler y San Martín se dedicó a perseguir a los realistas causándoles fuertes bajas. Las acciones terminaron a las dos de la tarde y San Martín dispuso lo necesario para continuar hacia Santiago pero no en forma inmediata deteniéndose la persecución en Colina. Esta falta de previsión permitió la huida a Valparaíso de los restos del ejército realista el que se embarcó con rumbo a Talcahuano.
Durante la campaña al sur y estando el Libertador Bernardo O’Higgins gobernando desde Concepción, este toma posesión de Arauco, Santa Juana o también conocida como Nacimiento. En su campamento de los Morrillos de Perales, Talcahuano, con fecha 1º de enero de 1818, firma la primera acta de declaración de la Independencia de Chile, que fue fechada en Concepción el 1º de enero de 1818. Es mediante este acto que Chile declara ser un estado soberano e independiente y deja por ende la condición de reino de España.
Pero era necesario difundir al resto del país la declaración de independencia, por lo que se elabora un texto definitivo que cual va a ser promulgado justamente a un año exacto de la victoria de Chacabuco, el 12 de febrero. Esta proclamación y jura de la independencia lleva la firma del Libertador Bernardo O’Higgins y de su ministro José Zañartu. Los actos solemnes principales se realizan en Santiago y Talca, en el primero presidido por el Director Supremo delegado Luis de la Cruz junto al general José de San Martín, quienes participan en la ceremonia de proclamación y jura junto a las unidades militares de la guarnición de Santiago, el obispo, las corporaciones y la ciudadanía. Simultáneamente en Talca la proclamación y jura es presidida por el Director Supremo Bernardo O’Higgins Riquelme.
Este es el texto definitivo que conocemos y que se consignó expresamente y que correspondía al ya difundido el 1º de enero de 1818. El acto de singular relevancia como es la proclamación y jura de la independencia de Chile, será ratificada con una memorable batalla que se librará antes de dos meses en los llanos de Maipo, y que conocemos como la victoria de Maipú.
La pugna entre Chile y Bolivia relativa a los límites y tratados que los regulaban comienza a incrementarse, por lo que Chile toma los resguardos necesarios. Al no llegar acuerdo entre ambos países y ante el inminente remate de las salitreras chilenas en territorio boliviano, Chile opta por ocupar militarmente la ciudad de Antofagasta.
Se dispone que en el blindado Cochrane y la fragata O’Higgins se embarcaran dos compañías al mando del coronel Emilio Sotomayor Baeza para tomar posesión del puerto de Antofagasta, del litoral y puntos del interior de mayor importancia militar antes de que se llevara efecto el remate de las salitreras, fijado para el 14 de febrero.
La escuadrilla, compuesta por el Blanco Encalada, el Cochrane y la O’Higgins, entra en la bahía. A las 8 am, Sotomayor envía un emisario a tierra para comunicar al prefecto Zapata la toma de posesión de la ciudad. Este responde con una nota formulando una protesta formal y se asila en la casa del Cónsul del Perú, ante la imposibilidad de presentar resistencia con la fuerza bajo su mando.
Desde los buques chilenos desembarcan una compañía de artillería de marina al mando del capitán José Ramón Vidaurre y una de artillería de montaña comandada por el capitán Exequiel Fuentes, las que tomaron posesión de la ciudad sin inconvenientes. En la rada, lanchas de las unidades navales chilenas efectuaban patrullajes en prevención de cualquier sorpresa. Sotomayor además toma una serie de medidas de importancia militar, como unir la ciudad de Antofagasta con el poblado minero de Caldera, la construcción de barracas y bodegas para el alojamiento de tropas y almacenaje de pertrechos, la ocupación de Mejillones y el inicio de los trabajos para unir Antofagasta con Valparaíso por medio de un cable submarino que queda conectado el día 21 de mayo.
Nicanor Zenteno asume el cargo de gobernador de Antofagasta y organiza los servicios administrativos. Se crean cuatro batallones cívicos con chilenos residentes en la zona, que cubrieron Caracoles, Carmen Alto y la propia Antofagasta, que fue fortificada.
En el período de la Guerra Civil de 1891, en la campaña en el norte, el coronel Estanislao del Canto de las fuerzas congresistas, derrota al coronel Eulogio Robles Pinochet, de las fuerzas balmacedistas, que se retiraron a Pozo Almonte.
Del Canto ocupaba Pisagua desde comienzos de febrero y al imponerse el avance de Robles, resuelve atacarlo antes de que recibiera refuerzos. El 15 salieron desde Pisagua las fuerzas congresistas, que a pesar de su falta de uniforme y de lo abirragado de su armamento, tenían ya pretensiones de ser un pequeño ejército. Iban divididos en tres batallones de infantería: el Constitución N° 1, al mando del comandante Manuel Aguirre; el Pisagua N°3, al mando del comandante José A. Echeverría; y el escuadrón de caballería Libertad N° 1. La columna llevaba cuatro cañones y seis ametralladoras.
Aunque las fuerzas enemigas triplicaban las suyas, Robles, fiando en la calidad de sus soldados y el superior armamento, tomó posiciones en el histórico cerrro San Francisco o Dolores. El combate comenzó a las 3 pm y a las 6 concluía con la derrota completa de los gobiernistas.
En el período de la Guerra Civil de 1891, en la campaña militar en el norte, el coronel Eulogio Robles Pinochet rechaza y derrota el ataque de las fuerzas congresistas del Coronel Estanislao del Canto en las estaciones de ferrocarriles de Huara.
Derrotados los gobiernistas en San Francisco el día 15 de febrero, Robles, deseoso de vengar la derrota, pide a Iquique que se le enviaran tropas de la ciudad, uniéndose el coronel José María Soto con 600 hombres. Avanzan hasta Huara, tomando posiciones defensivas. El coronel del Canto, en vez de retroceder hacia Pisagua para afrontar la batalla en posiciones defensivas si Robles lo seguía y apoyar desde allí el hábil movimiento estratégico de la ocupación de Iquique desguarnecido, resuelve embestir las posiciones gobiernistas.
Los gobiernistas contaban con posiciones ventajosas y superior calidad de tropas, además de contar con más munición. El combate se inició el día 17 a las 3:30 pm; Robles lo concentró en el flanco izquierdo enemigo con orden de precipitar la embestida antes de que se agotara la munición. Pero las fuerzas que amagaron el frente sufrieron un quiebre imprevisto. Una compañía del Quillota, que se pasó a los opositores en San Francisco, volvió sus armas contra ellos junto con iniciarse la batalla. Libre de presión por el frente, Robles dirigió las fuerzas que ya no necesitaba contra la derecha enemiga. Ya a las 6 pm los congresistas estaban derrotados en toda línea. Vencidos, se precipitaron a los trenes cercanos para huir. La caballería, que intentó proteger la retirada, fue arrollada por los jinetes enemigos. Aun así, pudieron partir los convoyes hacia Pisagua con el resto del ejército congresista.
La decisión de iniciar la presencia permanente del Ejército de Chile en la Antártica había sido adoptada por las autoridades tiempo atrás, aunque la Orden Comando data del 8 de diciembre de 1947. Disponía tomar posesión, creación de la base e instalación de su guarnición militar, con el objetivo de asegurar la integridad y conservación de los derechos soberanos chilenos sobre los territorios y mares de esas regiones. Además, se esperaba que cumpliese una función científica, por lo que debían realizar investigaciones, exploraciones y reconocimientos.
Luego de cruzar el mar de Drake, la flotilla antártica chilena arribó a Puerto Soberanía el 6 de enero de 1948 y de inmediato inició la exploración para un lugar apropiado para instalar la Base, decisión no exenta de dificultades, ya que se encontraban en mares desconocidos y las cartas de navegación eran incompletas. Elegido el lugar, descrito como una pequeña península de cerca de dos hectáreas, de lomajes suaves y unida al continente por una angosta faja rocosa, comenzaron las tareas de construcción de la base.
El 18 de febrero se inauguró la Base Antártica General O’Higgins, luego de postergarse varios días la ceremonia debido a los fuertes temporales. Con una temperatura de 1° a 2°C, ligera ventisca y nublados bajos, en el Patio de Honor el presidente revistaba las tropas y se procedía al izamiento del pabellón nacional. El Comandante en Jefe hizo uso de la palabra tras descubrir el busto de O’Higgins, expresando: “Soldados de mi Patria; presentad vuestras mejores armas. Compatriotas: disponed de vuestras más sublimes vibraciones y conjuntamente, al descubrir este bronce inmaculado, elevamos una plegaria de fe y de juramento al servicio de este Chile cuya aurora palpamos en pleno surgimiento, orientada a convertirse en potencia del sur del Pacífico, como lo quiso y señaló nuestro libertador, Capitán General Bernardo O’Higgins, para grandeza y sostén de las democracias en el suelo de las Américas”.
En el período de la Guerra Civil de 1891, se libra en las calles y aduana de Iquique un combate entre las fuerzas balmacedistas, mandadas por el coronel José María Soto, y las fuerzas congresistas al mando del capitán de navío Vicente Merino Jarpa. A bordo del acorazado inglés Warspite se llega a un arreglo e Iquique queda en manos de los congresistas.
El montonero realista Vicente Benavides derrota al teniente José Antonio Riveros. El día anterior, Riveros y el comandante de milicias Gaspar Astete habían recuperado la plaza de Santa Juana, al sur del Biobío, pero al caer sobre ellos Benavides al mando de 100 fusileros, Riveros es tomado prisionero junto a otros soldados. Algunos alcanzaron a embarcarse en lanchas, pero batidos por la fusilería, muy pocos llegaron a la ribera norte para huir. El enfrentamiento marca el inicio de la Guerra a Muerte, -término acuñado por Benjamín Vicuña Mackenna-, la continuación de la lucha por la independencia de Chile que duró desde 1818 a 1825 en la región centro sur del país, escenario de una cruenta sucesión de combates entre los guerrilleros y los patriotas.
Durante el período de la Patria Vieja el coronel realista Ildefonso Elorreaga derrota al coronel Carlos Spano, quien se había fortificado en la plaza de Talca. Después de varios asaltos fallidos y gracias al apoyo de algunos vecinos pro-realistas, Elorreaga logra conquistar la plaza. El coronel Carlos Spano, quien era español pero había abrazado la causa patriota, muere como un héroe defendiendo la bandera en la plaza de la ciudad.
Durante el período conocido como la Patria Nueva, las fuerzas realistas del comandante Gaspar Fernández de Bobadilla se enfrentan a las patriotas al mando del mayor Jorge Beauchef en la hacienda del Toro. La columna patriota que había salido de Osorno era precedida por razones de seguridad por una vanguardia de 50 hombres al mando del capitán José María Labbé, la que es sorprendida por los realistas en El Toro, en una zona boscosa y accidentada. Labbé se enfrentó al adversario por casi una hora y luego se retiró ordenadamente hasta unirse al grueso. Los realistas confiados abandonaron sus posiciones y cargaron a las tropas patriotas que ahora contaban con una fuerza de 300 infantes, un escuadrón de caballería reducido y dos cañones. Los realistas fueron rechazados produciéndose una gran confusión y desorden en sus tropas, las que fueron perseguidas por Beauchef hasta la zona denominada Amancay. Con esta victoria la zona entre Valdivia y el Río Maullín queda en poder los patriotas.
Durante la campaña del norte de la Guerra Civil de 1891, se enfrentan las tropas congresistas al mando de coronel Estanislao del Canto Arteaga y las fuerzas del coronel gobiernista Eulogio Robles Pinochet. El 7 de marzo a las 7 de la mañana la artillería congresista abrió fuego. Después de una hora el combate era generalizado e intenso. A las 10 de la mañana parecía que ganarían los gobiernistas, pero no habían tomado alimento ni agua desde el día anterior, por lo que muchos se dispersaron en el pueblo de Pozo Almonte, desarrollándose en el lugar un combate en localidades. Los gobiernistas son derrotados y muere el coronel Robles. Respecto a las bajas no existe concordancia entre las fuentes, pero sí fue una de las batallas más sangrientas de la campaña del norte, diciéndose que los congresistas se vengaron de la derrota del combate de Huara. Finalmente, las tropas gobiernistas se retiran a Tacna con la división Arrate y se internan en el Perú.
La devoción a la Virgen del Carmen caló hondo entre los habitantes del Chile colonial, quienes llegaron a considerarla como su Patrona y Reina, y los criollos que encabezaron la independencia habían recibido la devoción durante su niñez.
En vísperas de la marcha del Ejército de los Andes hacia Chile, el general José de San Martín sometió a la Junta de Guerra propuso poner a esta fuerza militar bajo el patrocinio de la Virgen María en una de sus advocaciones. La preferencia fue por Nuestra Señora del Carmen y la fiesta de la proclamación de la Patrona electa y de la Jura de la Bandera fue hecha con gran solemnidad. Después de la obtención del triunfo en Chacabuco por parte de las armas chilenas y argentinas, los jefes y soldados renovaron sus juramentos a la celestial patrona. En el sitio de la batalla se levantó una ermita como monumento de gratitud y el 17 de julio de 1817 se celebró el día de la Patrona del Ejército. Pero la Independencia no estaba todavía asegurada; el 14 de marzo de 1818 se realizó una ceremonia en la Catedral de Santiago, a la cual asistieron todas las corporaciones religiosas, civiles y militares, más el pueblo de Santiago. En ella se renovó de manera oficial y nacional el juramento de vasallaje a María, Reina del Carmelo, el cual, hasta ese momento, había sido formulado sólo por el Ejército. Junto con ello se hizo el voto de edificarle un templo en el lugar en el que se lograra la victoria que sellara la Independencia de Chile. El día 5 de abril de 1818, mientras el pueblo de Santiago oraba a la Virgen en los templos de la capital, el Ejército patriota obtenía la victoria sobre las armas españolas en los llanos de Maipú.
Durante la revolución de 1859 contra el gobierno de Manuel Montt, en la quebrada de Los Loros al norte de La Serena, el revolucionario Pedro León Gallo derrota al teniente coronel José María Silva Chávez. Los revolucionarios venían desde Copiapó y los gobiernistas los esperaban en las casas de la hacienda de La Compañía. En el amanecer del día 14 de marzo comenzó el combate, y después de tres horas de lucha el fuego de la fusilería de Gallo decreció, circunstancia que aprovechó Silva, que también se había quedado sin municiones, para ordenar una carga a la bayoneta por el centro de la posición. En un primer momento tuvo éxito, logrando llevar a sus tropas hasta los cañones del adversario, pero Gallo contraatacó también a la bayoneta haciéndolas retroceder. El ejército gobiernista en desorden se retiró hacia Coquimbo.
Una de las tareas del Director Supremo O’Higgins en el ámbito militar fue la creación de la Academia Militar, como fue denominada en primera instancia la actual Escuela Militar, la cual sería un instituto pionero en Latinoamérica que permitiría formar oficiales. No se exigirían “más pruebas de nobleza que las verdaderas, que forman el mérito, la virtud y el patriotismo”.
Su primer director fue el sargento mayor Antonio Arcos.
El 5 de abril de 1818 concurrieron a la Batalla de Maipú “las cien primeras águilas que del Alcázar un día salieron”, bautismo de fuego de los primeros cadetes junto a O’Higgins.
Durante gran parte del siglo XIX la Escuela Militar tuvo una marcada influencia francesa, heredada por los oficiales que se integraron al Ejército de Los Andes, lo que se concretó con la contratación de oficiales napoleónicos Santiago Arcos, Jorge Beauchef y Ambrosio Cramer, quienes forjaron las bases doctrinarias para el nacimiento de la Academia.
A contar del año 1885, se hace sentir la influencia alemana, con la contratación dispuesta por el presidente Domingo Santa María, de un selecto grupo de instructores europeos entre los que se destaca el capitán Emilio Körner Henze, quienes introdujeron cambios modernizadores en todos los ámbitos del Ejército.
A lo largo de su historia, la Escuela Militar del Libertador Bernardo O’Higgins ocupó diferentes cuarteles en Santiago. Comenzando por el convento de San Agustín, el cuartel de la Maestranza y el edificio de Blanco Encalada. Se encuentra actualmente en la comuna de Las Condes.
Durante el período de la Patria Vieja, un destacamento al mando de Bernardo O’Higgins venía de Concepción a unirse a las fuerzas del coronel Juan Mackenna al conocer que se había perdido Talca. Los realistas al mando de Gaínza deciden interponerse entre Mackenna y O’Higgins y enviar una división de 500 hombres bajo el mando del comandante Manuel Barañao. En la tarde del 18 de marzo Barañao ocupa las alturas del Quilo y el 19 de marzo se encuentran con las tropas patriotas. O’Higgins rápidamente ordena a la infantería a cargo del comandante José María Benavente y a la caballería a cargo de Ramón Freire, avanzar por los flancos y por bosques, mientras tanto él avanzaba al frente con el grueso del destacamento. Ante esta acción los realistas resisten durante dos horas para luego emprender la retirada.
Hecho ocurrido durante la Patria Nueva. Los realistas que estaban en Talca deciden atacar sorpresivamente a los patriotas. Se encontraba al mando de las tropas realistas el brigadier Osorio y llevaba por jefes al coronel Primo de Rivera y al teniente coronel La Torre. Los patriotas al mando del brigadier San Martín y O’Higgins fueron sorprendidos en la noche y no pudieron combinar las operaciones para poder presentar una defensa adecuada, lo cual generó un caos total y la dispersión de las tropas. O’Higgins se mantuvo en su puesto y recibió una herida de bala en su brazo derecho. San Martín al ver la confusión general y que la derrota era inevitable, ordenó el repliegue. Solo las tropas acantonadas al norte de Talca al mando de Juan Gregorio de Las Heras se salvaron, ya que no entraron en acción y emprendieron la retirada sin ser vistos por los realistas, lo que permitió que fueran la base para la reorganización del Ejército Unido.
Considerando el desarrollo de la ingeniería militar tras la I Guerra Mundial, se hizo imprescindible estimular la investigación científica dentro del Ejército, como también la capacitación técnica de los oficiales en el uso de la tecnología que se adoptaría en todos los campos: armamento, guerra química, telecomunicaciones, geodesia, topografía y balística.
Esta necesidad fue considerada en 1906, aunque no fue hasta 1926 que se decretó la creación de la Academia Técnica Militar. La Dirección de Material de Guerra procedió a su organización, encargada al entonces teniente coronel Marcial Urrutia Urrutia. Actual patronímico del instituto, tras sus estudios en Europa y estadía en Alemania, reconoció lo imperioso que era el conocimiento previo del armamento para su debida operación.
El propósito era entregar a los oficiales la instrucción técnica necesaria que les permitiera resolver todo lo relacionado con el material de guerra, su fabricación, experimentación, revisión, contratación, recepción y almacenamiento, además de capacitarlos para desempeñar cátedras en los institutos militares de enseñanza.
La Dirección de Arsenales de Guerra cedió un local de su edificio de Blanco Encalada, sede de la Academia durante sus dos primeros años. Las clases comenzaron el 15 de abril de 1927, con un grupo de profesores civiles y militares y nueve alumnos, que cursarían dos años en la Academia y uno de perfeccionamiento en países europeos.
Paralelamente, se incorporó un curso de Oficiales Topógrafos para los trabajos de levantamiento de la carta. En en 1928 se iniciaron las clases para ambas especialidades: Geodestas Topógrafos y Técnicos de Material de Guerra. Este primer curso es el origen de la Academia de Topografía y Geodesia, que luego funcionó de forma independiente a cargo del Instituto Geográfico Militar y es nominada oficialmente en 1937.
El 4 de marzo de 1947 se crea la Academia Politécnica Militar, la cual absorbe ambos institutos anteriores. En sus primeros años aumenta significativamente la cantidad de ingenieros politécnicos graduados y ya en 1950 se les otorga el título de Ingeniero Militar.
Enfrentamiento ocurrido durante la Patria Vieja, entre la división patriota al mando del coronel Juan Mackenna y el ejército realista al mando del general Gabino Gainza. El realista Gainza ataca a Mackenna, que se encontraba atrincherado en el campamento de Membrillar, antes que se lograra reunir con la división de O’Higgins. Mackenna decide hacer un movimiento de ataque, que le costó la pérdida del comandante Almarza, herido de muerte. Cerca de las cinco de la tarde las tropas de Gainza se acercaron a las posiciones. Duró el fuego hasta las 8 de la noche, los realistas intentaron tomarse algún reducto patriota, pero no lo lograron. Al llegar la noche parecía inevitable la derrota de los realistas, algunos patriotas querían salir de las trincheras, pero Mackenna no quería comprometer la victoria. Comenzó a llover y los realistas se convencieron de su fracaso y comenzaron a replegarse en forma muy desordenada, Mackenna no se dio cuenta de su triunfo y no salió en persecución del enemigo.
En la Campaña de Tacna y Arica durante la Guerra del Pacífico, el general Manuel Baquedano derrota al coronel Andrés Gamarra, asaltando una posición que se estimaba inexpugnable, ocupando luego la ciudad de Moquegua.
La noche del 21 de marzo de 1880 comenzó la avanzada de las tropas chilenas para preparar el asalto a las fortificaciones peruanas ubicadas en la cima de Los Ángeles. Una compañía del Atacama, al mando del teniente Rafael Torreblanca llegando al pie del cerro que debían escalar, fue sorprendida por fuego enemigo a sus espaldas. Esto sucedió porque una avanzada peruana se había deslizado sin ser descubierta por los chilenos hasta un potrero apoderándose de la caballería, siendo finalmente repelidos por los centinelas. Mientras el Atacama escalaba, el 2º de línea atacó sobre Quilín-Quilín. El comandante del Atacama Juan Martínez Bustos y sus hombres alcanzaron la cima a las 6.15 de la mañana del día 22 logrando sorprender al enemigo, atacarlo y obligándolo a huir. En Quilín-Quilín se batían aún el 2º de línea y el Santiago, pero los peruanos al ver que estaban rodeados, abandonaron sus puestos, siendo perseguidos por los cazadores del general Baquedano.
Primer enfrentamiento de la Guerra del Pacífico entre tropas chilenas y bolivianas, que termina con la ocupación chilena de Calama.
En la primera quincena de marzo, el coronel Emilio Sotomayor recibió la misión de ocupar Calama con una fuerza cercana a los 550 hombres, formada por tres compañías del 2º de Línea, una compañía del 4º de Línea, una compañía de Cazadores a Caballo y una sección de artillería de montaña a dos piezas. Por su parte, Calama era en aquel tiempo un caserío de unos 500 habitantes. Hacia este lugar se habían retirado más de 200 bolivianos, entre soldados y civiles, que reconocían como jefe al coronel Ladislao Cabrera. A su vez, sabiendo que los bolivianos habían destruido los dos puentes que cruzaban el río Loa, el coronel Sotomayor organizó una sección de pontoneros, con tablones en carretas al mando del teniente coronel Arístides Martínez. El 23 de marzo, en la mañana, las fuerzas chilenas alcanzan la quebrada que enfrenta a la población desde el sur. Sotomayor dispuso el avance de dos columnas: una por el vado de Topater y otra por el de Carvajal. Luego la infantería atacaría frontalmente y la caballería debería encargarse de impedir la retirada del adversario. Hecho lo anterior, el enemigo huyó y dejó abandonadas sus armas en el campo. En esta acción murieron más de 20 bolivianos y 11 chilenos.
En los albores de la guerra por la independencia, las autoridades partidarias del antiguo régimen no permanecieron pasivas ante el rumbo que iban tomando los hechos. Así una vez constituida la Junta de Gobierno de septiembre de 1810, hubo una reacción militar en contra de la nueva autoridad. Ese día, el comandante Tomás de Figueroa intenta impedir las elecciones del Primer Congreso Nacional y disolver la Junta de Gobierno. Tiene lugar en la Plaza de Santiago, el mismo día que debían tener lugar las elecciones. Figueroa, al frente de 200 hombres y al grito ¡Viva el Rey!, ocupa la plaza principal esperando otras fuerzas, pero es vencido por las fuerzas de la Junta de Gobierno. Mueren 10 hombres y caen 20 heridos, el líder luego es fusilado.
Su cuerpo, junto a del cabo Eduardo Molina y de otros cuatro soldados muertos en la plaza misma, fueron exhibidos públicamente y enviados a la fosa común. Este trato vejatorio fue el origen de pasiones extremas entre los bandos exaltados de la época.
Enfrentamiento en el período de la Guerra a Muerte entre las tropas patriotas del capitán Manuel Bulnes junto al coronel Clemente Lantaño, en contra del realista Manuel Picó, después de la capitulación de Quilapalo, obstinado caudillo que había sido uno de los brazos fuertes de la causa real en la ribera izquierda del Biobío que negoció su rendición y la entrega del jefe Bocardo.
En las ciénagas de Mocopulli en Chiloé, combatieron las fuerzas patriotas al mando del coronel Jorge Beauchef y las fuerzas realistas comandadas por el coronel José Rodríguez Ballesteros. El último había desembarcado el día anterior en el puerto de Dalcahue y marchaba hacia Ancud, unos 65 kilómetros al norte, con el objetivo de atacar de forma inesperada desde el sur, mientras que otras fuerzas desembarcadas en Chacao lo harían simultáneamente desde el noreste.
Las fuerzas realistas conocían el avance y se encontraban apostadas ocultas en los bosques. Disponían de un cañón y de la ventaja de contar con conocimiento del terreno. Marchaban los patriotas en la vanguardia una compañía del Granaderos Nº 1 al mando del capitán Guillermo Tupper y al centro el Batallón Nº 8 y el Batallón N° 7 a la retaguardia al mando del coronel José Rondizzoni.
El ataque realista se produjo sorpresivamente y desde una posición elevada, que unido al desconcierto entre los patriotas, resultó exitoso en un principio. Los hombres de Beauchef lograron sobreponerse a la adversidad inicial y repelieron a los realistas. Ambos lados tuvieron alrededor de un centenar de bajas y no hubo un claro vencedor, ya que aunque las tropas realistas se habían retirado del campo, los patriotas tuvieron que replegarse a Dalcahue y abandonar el plan de llegar hasta la actual ciudad de Ancud.
Beauchef en sus memorias cuenta 90 muertos y 144 heridos. Tupper habla de 320 hombres muertos y heridos, no obstante, cualquiera de estas cifras indica la perdida de la eficiencia de combate de los dos cuerpos involucrados.
Enfrentamiento en el período de la Guerra a Muerte entre las fuerzas de los patriotas al mando del sargento mayor Hilarión Gaspar, quien derrota al cura caudillo Juan Antonio Ferrebú.
La "Sorpresa de Curapalihue" se desarrolló durante la madrugada del 05 de abril de 1817 en la hacienda homónima, ubicada a 29 kilómetros aproximadamente de Concepción. Corresponde a una acción de guerra –no a una batalla- en el marco del repliegue de las fuerzas realistas a Talcahuano luego de la derrota en la batalla de Chacabuco.
Se trató de un ataqué sorpresa contra las fuerzas patriotas del coronel Juan Gregorio de Las Heras y del comandante José Melián que se encontraban acantonadas en Ja señalada hacienda, cuya misión era tomar los pueblos que iba dejando el enemigo en su retirada. El comandante realista Juan José Campillo al mando de 500 infantes y 100 milicianos de caballería, cayó sobre el campamento a la 01:30 de la madrugada del 05 de abril. Gracias a Ia previsiones tomadas por Las Heras, se pudo resistir el ataque y luego de un encarnizado enfrentamiento, que se extendió hasta poco antes del amanecer, las fuerzas realistas emprendieron la retirada.
La inesperada sorpresa y posterior desastre de Cancha Rayada en la noche del 19 de marzo de 1818, hizo vacilar la libertad de Chile y la suerte de Sudamérica. Pero los patriotas ese día, aparte de la valentía, tenían un buen nivel de instrucción y disciplina. Con estas capacidades el conductor militar general San Martín tenía claro que esta campaña militar culminaría con la victoria y todos sus movimientos apuntaron a que fuera completa y decisiva. El día 5 se libra la batalla en Maipú, en la que el ejército patriota derrota a los realistas, quedando asegurada la libertad e independencia de Chile. El ejército realista quedó enteramente deshecho, con un gran número de prisioneros. Al término de la batalla llega el general Bernardo O’Higgins con milicianos, heridos de Cancha Rayada y cadetes de la Academia Militar, constituyendo medio batallón de infantería.
Todos los patriotas que concurrieron a Maipú fueron ascendidos en un grado y a los oficiales se les otorgó un cordón de honor y una medalla que decretó el gobierno de Chile y el de las Provincias Unidades del Río de la Plata.
El significado histórico de la victoria del 5 de abril de 1818 se basa en la convicción del general San Martín, al escribir en su tercer parte de batalla, que cuando inició la campaña militar contaba como cierta la victoria y todos las decisiones y movimientos que realizó iban en la dirección de lograr una victoria, cosa que efectivamente se logró. Para muchos historiadores, sin la victoria de la Batalla de Maipú no habría tenido lugar Boyacá ni Ayacucho, batallas trascendentes en la emancipación de América.
Enfrentamiento durante la revolución de 1859, que se produce por un alzamiento de los liberales en contra el gobierno de Manuel Montt.
Se alzan montoneras en el sur al mando de Nicolás Tirapegui de unos 2000 hombres con 9 cañones, reforzados por indígenas sublevados que se enfrentan en las cercanías de Chillán con las tropas del coronel José Manuel Pinto Arias, quien comandaba la División Pacificadora del Sur, con 2000 hombres de las siguientes unidades: Batallón 4º de línea, Batallón Cívico de Chillán, Brigada de Infantería de San Carlos, Escuadrón de Cazadores a Caballo, Carabineros de San Carlos, Carabineros de la Frontera, Carabineros de Ñuble y cuatro piezas de artillería.
El 12 de abril salió el coronel Pinto acompañado por el teniente coronel Cornelio Saavedra al encuentro de Tirapegui y se ubicó en unas colinas que bordeaban el estero de Maipón, a las dos de la tarde, los revolucionarios iniciaron un amague en contra las fuerzas del gobierno, el que fue rechazado por los tiradores y la caballería de Pinto. Luego hubo un cese de fuego y los revolucionarios enviaron la caballería e inicialmente hicieron retroceder a la caballería de Pinto, pero éste envió en su apoyo a toda la infantería logrando que los revolucionarios finalmente se dieran a la fuga, dejando abandonada toda su artillería y gran cantidad de armamento, además de sufrir la pérdida de 300 prisioneros, 20 muertos y 70 heridos.
Por su parte, las tropas de Pinto contabilizaron 13 muertos y 55 heridos.
A partir de este encuentro los revolucionarios comenzaron a retroceder en el sur y las tropas de gobierno continuaron persiguiéndolos hasta lograr vencerlos totalmente.
En 1829 estalló una revolución que enfrentaba dos facciones que pujaban por imponer sus propios modelos políticos, uno liberal y otro conservador.
El Ejército del sur se encontraba estacionado en Concepción bajo el mando del general Joaquín Prieto, quien se sublevó en defensa de la Constitución y marchó hacia Santiago. En la capital, las tropas de gobierno quedaron a cargo del general Francisco de la Lastra. El primer choque entre ambos ejércitos se produjo en diciembre de 1829 en Ochagavía, a las puertas de Santiago. Tras el combate en que no hubo vencedores ni vencidos, ambos bandos acordaron firmar una tregua y poner a disposición de Freire el mando del país.
Prieto, apoyado por los sectores conservadores, asumió la dirección del Ejército, lo que motivó que Freire partiera con sus tropas por Valparaíso a Coquimbo, a comienzos de 1830. Finalmente Viel, Rondizzoni, Tupper y Freire lograron reunir sus efectivos hasta alcanzar unos 1750 soldados y 4 piezas de artillería, lo constituían los batallones de infantería 1,7 y 8, de dos escuadrones de caballería, 4 piezas de artillería y 17 artilleros, más cien indios auxiliares y otros milicianos.
Las fuerzas de Prieto contaban por su parte con 2200 hombres y 12 piezas de artillería. Las componían los batallones de infantería Carampangue y Maipo, 2 escuadrones de Granaderos a caballo y 2 escuadrones de Cazadores a caballo. En la noche del 14 al 15 de abril, los revolucionarios cruzaron el Maule y ocuparon Talca antes del mediodía, y el día 16 se situó a una legua de la ciudad. Al oscurecer, hicieron un amago de ataque a la plaza y se trasladaron a Lircay en previsión de una sorpresa. Freire y Rondizzoni advirtieron la maniobra y tomaron posición a medio kilómetro del río.
Más tarde Freire se embarcó con su Ejército hacia el sur, estacionándose a orillas del río Maule. El 17 de abril de 1830, ambos Ejércitos se enfrentaron junto al río Lircay. Las tropas comandadas por Prieto derrotaron de manera aplastante a las fuerzas de Freire.
Sublevación durante la Guerra Civil de 1851, donde se quiso derrocar al gobierno de Manuel Montt y derogar la Constitución de 1833. Los dirigentes de la disuelta Sociedad de la Igualdad, encabezados por Pedro Ugarte, Benjamín Vicula Mackenna y José Miguel Carrera Fontecilla, buscaron el elemento militar, encontrándolo en el coronel Pedro Urriola, relevado hacía poco del mando del Batallón Chacabuco. Con el respaldo del una sección del Chacabuco y del Valdivia, se amotinó frente al cuartel de este último, en la calle Morandé con Catedral, ordenando a los hombres salir y formarse al costado poniente de la Plaza de Armas. El cuartel de artillería, ubicado en el sector Santa Lucía bajo las órdenes del coronel Maturana, repelió el ataque insurgente. Sin el apoyo popular que esperaban y la muerte accidental de su jefe, los sublevados depusieron su actitud.
Durante el gobierno del presidente José Joaquín Prieto, se manda a promulgar la Ordenanza General del Ejército, reglamento orgánico que establece los principios generales que rigen el accionar del Ejército y la Armada de Chile. Reemplazó las antiguas Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas de España, o las Ordenanzas de Carlos III de 1768, que aún se utilizaban después de establecida la independencia.
Durante el período de la Guerra a Muerte, una horda de cien bandoleros realistas al mando de Antonio Pincheira entró a sangre y fuego por las calles de Linares, dando muerte al respetable gobernador don Dionisio Sotomayor, así como a su hijo político, llevándose por botín las más bellas jóvenes del pueblo.
A inicios de 1813, desembarcaba en Chiloé el brigadier José Antonio Pareja, con un cuadro de oficiales y clases destinados a la organización e instrucción de las fuerzas con las cuales invadiría el territorio de Chile. Luego de invadir la Concepción en abril y llegando a Linares, se encontraba enfrentado en la orilla del Maule al ejército patriota, a cargo del brigadier José Miguel Carrera. La vanguardia del ejército realista, al mando del coronel Elorreaga, rompe fuegos tras un fallido intento de negociación la noche del 26 de abril, y Carrera dispone al coronel Juan de Dios Puga que saliera en su persecución.
Las tropas cruzaron el río Maule tras Elorreaga, que se había retirado hacia el sur hacia Yerbas Buenas, a reunirse con el resto del ejército realista. A las 3 am, Puga y sus hombres los localizaron y atacaron sorpresivamente, aun pensando que era solo la vanguardia. En un comienzo la situación se presentó favorable al cuerpo de Puga; sin saber de qué lado provenía el ataque y creyendo que el total de las fuerzas patriotas les caía encima, los realistas corrían a tomar las armas y a formar en desordenadas filas.
Los granaderos de Chile, al mando del teniente Santiago Bueras y Enrique Ross, atacaron aprovechando el desconcierto del adversario. Al aclarar del día 27, los patriotas se dan cuenta que estaban en medio del grueso del ejército de Pareja.
Los defensores del rey, al comprobar que los atacaba una partida de tropas pequeña, reaccionaron violentamente y las obligaron a iniciar el repliegue. Los patriotas comenzaron a retirarse en una persecución que se prolongó hasta el Maule, y tuvieron que dejar los cañones, fusiles y prisioneros que habían capturado durante la noche, lamentando la muerte del capitán Ross.
Enfrentamiento durante la revolución de 1859 que se debió a un alzamiento de los liberales en contra del gobierno de Manuel Montt.
Después de la derrota del gobierno en la Batalla de Los Loros, el gobierno preparó una expedición para enviarla a Coquimbo conducida por el General Juan Vidaurre Leal compuesta por los siguientes batallones de infantería, 1º de línea, 2º de línea, 3º de línea, 5º de línea, 7º de línea y 8 º de línea y escuadrones de caballería, 1º de Cazadores a Caballo, Granaderos a Caballo, Carabineros de Los Andes, 1 piquete de policía de Valparaíso y 1 batería de montaña de 6 piezas y otra con 2 piezas de grueso calibre.
El 7 de abril se embarcó este ejército en Valparaíso con destino a Los Vilos Por su parte, Pedro León Gallo, jefe de los revolucionarios aumentó sus fuerzas a 1800 infantes y tenía otros 900 hombres de reserva.
Gallo se ubicó al pie del Cerro Grande donde fue atacado y vencido por Vidaurre el 29 de abril. En esta acción las tropas del gobierno estuvieron secundadas por el comandante de la Escuadra capitán de navío Anacleto Goñi, que desde la Esmeralda, pudo hacer fuego contra las posiciones enemigas. Todo el contingente se batió con bravura, definiendo el encuentro desde temprano a favor del gobierno. Ya a las 12 horas había tomado 500 prisioneros, 12 piezas de artillería y todo el parque.
Al atardecer Gallo envío a Vidaurre una proposición de capitulación que este no aceptó, en la noche evacuaron la plaza los cabecillas y parte de la tropa salieron hacia Argentina por el valle del Elqui.
A la 1 pm. del 30 de abril, el ejército gobiernista tomo posesión de La Serena, comprobando en sus filas la muerte de 5 oficiales y 95 heridos.
Durante la independencia, se firma una tregua entre el bando patriota –representado por Bernardo O’Higgins- y el realista –representado por Gabino Gaínza. Entre sus artículos, se estipulaba el reconocimiento de la soberanía de Fernando VII y de la autoridad de la regencia; se enviarían representantes a las cortes de Cádiz, España, “para sancionar en las cortes la constitución que éstas han formado, después que las mismas cortes oigan sus representaciones”, manteniéndose mientras tanto el gobierno interior con todo su poder y facultades, inclusive el comercio libre con las naciones aliadas y neutrales; el ejército realista debía evacuar la ciudad de Talca en el plazo de 30 horas y toda la provincia de Concepción en el plazo de un mes, a contar de la fecha en que el convenio fuera ratificado por el gobierno chileno; y se restablecían las comunicaciones comerciales con el resto de la monarquía. El Senado aprobó el tratado el día 5, con la sola modificación de un artículo, para que Bernardo O’Higgins permaneciera en el país, en vez de presentarse en Perú en calidad de rehén.
En España, Fernando VII reasumía como monarca absoluto, disolvía las Cortes de Cádiz e invalidaba sus resoluciones. En Chillán, José Miguel Carrera era liberado por los realistas, y, en desacuerdo con el tratado, depone al Director Supremo Francisco de la Lastra y se adueña del poder. El tratado finalmente no fue respetado por ninguna de las partes, siendo el primero en no acatarlo el propio Gaínza, quien se arrepintió de haberlo firmado, pues creyó ver en él las condiciones de paz fijadas por el vencedor. Entre los patriotas también se notó la resistencia y el primer estallido fue al ordenarse la sustitución de la bandera chilena por la antigua bandera española.
Combate ocurrido durane la Patria Nueva en las cercanías de Concepción, luego de la Batalla de Chacabuco, cuando la resistencia realista ocupaba principalmente la zona de Talcahuano. Se organiza la División del Sur al mando del brigadier Juan Gregorio de las Heras para combatirlos. Las fuerzas realistas, que estaban en el sur al mando del coronel José Ordóñez, se enfrentan a las fuerzas patriotas, atacando las posiciones defensivas patriotas que estaban en el cerro Gavilán y Caracol para evitar que recibieran refuerzos de O’Higgins. Finalmente, los realistas son rechazados y derrotados.
El plan concebido por el general argentino José de San Martín, era continuar las campañas hacia el territorio peruano una vez que se obtuviera la independencia en Chile. Tras el triunfo de Maipú, O’Higgins se abocó a organizar la Expedición Libertadora al Perú; para ello debió equipar un Ejército y una fuerza naval con esfuerzos y recursos chilenos y propios. El nombre del Ejército Libertador del Perú, era una “nominación alusiva a la grande y filantrópica empresa que le conduce hacia las provincias litorales del Perú”.
A su mando San Martín, para lo cual fue nombrado brigadier del Ejército de Chile, y al momento de marchar, se le dieron los despachos de Capitán General. Compuesto por unidades del Ejército de Chile y del de Los Andes, contaba con cerca de 4.300 plazas, los que para el día del zarpe de la Escuadra Libertadora, el 20 de agosto de 1820, fueron embarcados en Valparaíso en 17 transportes rumbo al Perú. Se esperaba la adición de algunos soldados peruanos voluntarios que irían consiguiendo una vez comenzado el avance sobre el territorio.
Desembarcaron en la Bahía de Paracas y después de ocupar Pisco y Chincha, entraron triunfantes a la ciudad de Lima, y se proclamó el Acta de Independencia el 28 de julio de 1821.
Acción bélica durante la Patria Vieja, enmarcada en de la primera expedición realista a Chile al mando del brigadier Antonio Pareja en 1813, quien con la colaboración de Chiloé, Valdivia y Concepción logró formar un ejército de casi 2.000 hombres. Los patriotas no habían tenido la capacidad de organizarse militarme y existían diferencias entre sus líderes, aun así dejaron de lado sus problemas y O’Higgins se pone a disposición de las fuerzas reunidas por Carrera.
Después del combate de Yerbas Buenas, se vieron enfrentadas las tropas realistas con las patriotas al sur de San Carlos. La división realista, perseguida por una división patriota y en vista del grave estado de salud de Pareja, se vio forzada a enfrentar a sus perseguidores al sur de San Carlos. Para ello, el comandante Juan Francisco Sánchez asume el mando y ocupa las alturas repartiendo en las lomas los cañones y los cuerpos de infantería para evitar el envolvimiento de las tropas patriotas.
La división del brigadier Luis Carrera, a pesar de no contar con las tropas suficientes, inicia el ataque, para luego ser apoyado por el General en Jefe José Miguel Carrera con la II división ordenando el ataque, el cual es desorganizado por el fuego de la artillería realista. Al cabo de dos horas de combate la derrota patriota era inminente, pero al caer la tarde llega la III división del brigadier Juan Mackenna.
La caballería patriota intenta atacar el cuadro defensivo realista infructuosamente. Al finalizar la tarde el Ejército patriota estaba prácticamente derrotado y las tropas se retiraban a San Carlos.
El resultado de esta sangrienta batalla quedó indeciso, considerando 100 muertos y 70 heridos patriotas, la dispersión de los cuerpos e indisciplina de las milicias y que las tropas realistas del comandante Sánchez se retiraran durante la noche hacia Chillán.
Episodio central de la Guerra del Pacífico. Después de las victoriosas campañas de Antofagasta y Tarapacá, el Ejército expedicionario chileno continuó con el desembarco en Tacna, para enfrentar al ejército aliado conformado por peruanos y bolivianos en una batalla memorable por el despliegue de las tres armas: la infantería, la caballería y la artillería.
La batalla comenzó con un duelo de artillería y siguió con el avance chileno de las divisiones de Amengual y Barceló, hasta muy cerca de los hombres del coronel Camacho, que sufrieron fuertes pérdidas y sumado a la falta de munición, por lo que abandonaron el terreno conquistado. Los soldados de Barceló, también sin munición, debieron retroceder. A las 12:30, todo el poder de fuego se concentró en la I división aliada, incorporando Camacho sus reservas y soldados y cuerpos del centro y del ala derecha. Los jefes peruanos, observaron la retirada de los chilenos, pensaron que la batalla estaba ganada y ordenaron contraatacar. Sin embargo, todavía no habían entrado en acción las otras dos divisiones y la reserva, o sea el grueso de la fuerza del ejército chileno.
Avanzó la intacta división chilena de Amunátegui, luego la caballería amunicionó a las divisiones chilenas y amenazó con cargar, frenando el contraataque aliado del sector del ala izquierda. Acto seguido, se produjo el envolvimiento de la IV división y el aniquilamiento de varios cuerpos peruanos y bolivianos, con lo cual la victoria chilena se hizo realidad en el frente de batalla. El triunfo significó la derrota y retirada de los bolivianos hacia el altiplano y de los dispersos peruanos hacia Arequipa.
La trascendencia de esta batalla radica en su planificación acertada y una conducción militar exitosa, la cual permite en un momento decisivo de la campaña militar, la derrota de las fuerzas aliadas.
Enfrentamiento ocurrido en la Patria Vieja, el ejército patriota toma Talcahuano que estaba en manos de los realistas. El General en Jefe del Ejército patriota José Miguel Carrera ordenó formar línea de Batalla, avanzó las guerrillas a las órdenes del teniente Ramón Freire e intimó la plaza. Los realistas contestaron pidiendo cuatro horas para resolver, con el objeto de ganar tiempo y embarcarse.
Carrera, sospechando la maniobra, mandó a que las guerrillas cargasen y que subieran a tomar las alturas. Las guerrillas de Prieto y de Freire apoyadas por 200 soldados del batallón de Infantes de la Patria y dos piezas de artillería ocuparon las alturas del lado derecho de Talcahuano, mientras el resto de la infantería y otro cañón avanzaba por las alturas del lado sur.
En poco tiempo obligaron al enemigo replegarse a la plaza. Los realistas hicieron una débil resistencia e intentaron tomar embarcaciones menores para llegar a los buques. Fueron muy pocos lo que lo lograron, fueron tomados 150 prisiones y gran cantidad de pertrechos.
Tras la victoria independentista, el Director Supremo Bernardo O’Higgins abolió los escudos de armas y los títulos nobiliarios de origen monárquico, y para conmemorar el 8vo aniversario del año de la Libertad, se creó en su reemplazo la Orden del Mérito de Chile.
La Legión al Mérito se instituyó el 1 de junio de 1817, condecoración que se entregó a los miembros militares y civiles de la sociedad premiados por los servicios prestados a la patria durante las guerras de la independencia y por su mérito personal. Esta resaltaba las virtudes consideradas indispensables, como el patriotismo, la civilidad y el respeto al orden legal. Existieron tres categorías: Gran Oficial, Oficial y Legionario.
“Defender la patria, sostener su libertad e independencia, ser siempre fieles al honor y no olvidar jamás la gloriosa distinción con que se les había condecorado”. Juramento al recibir la Legión al Mérito
El entonces Director Supremo Bernardo O’Higgins Riquelme decreta lo siguiente:
“Supuesto que ya no dependemos de España, no debemos llamarnos españoles sino chilenos. En consecuencia mando: que en toda clase de informaciones judiciales, en causas criminales, de limpieza de sangre, en las partidas de bautismo, confirmación, matrimonios y entierros, en lugar de la cláusula: ‘español natural de tal parte’, que hasta hoy se ha usado, se sustituya por la de ‘chileno de tal parte’. Observándose en lo demás la fórmula que distingue las clases, entendiéndose que respecto a los indios, no debe hacerse diferencia alguna, sino denominarlos chilenos”.
Este acto, que incluía a todos los habitantes del territorio por igual, fortaleció la nueva identidad del Chile independiente, afirmando no solo en las batallas sino en la mentalidad de la gente el fin del dominio español.
Este combate se produce en la campaña de la Sierra durante la Guerra del Pacífico. A las 7 de la mañana fue atacada la avanzada del destacamento de Pucará que estaba al mando del teniente Juan Crisóstomo Castro, comandante accidental del Batallón Santiago 5º de línea, quien estaba acompañado del único oficial disponible, el subteniente José Domingo Briceño. Estando flanqueado por la derecha e izquierda solicitó auxilio a las fuerzas de Pucará y se le envío la compañía del teniente Antonio Cervantes con 90 hombres de tropa y los subtenientes Belisario López y Juan Ortega a prestarle auxilio.
Al llegar las tropas de Cervantes, el teniente Castro permaneció defendiendo su campamento y el subteniente Briceño con 30 hombres de la 5º compañía se agregaron a las fuerzas del teniente Cervantes y emprendieron el ataque al enemigo que eran alrededor de 300 por el cerro de la derecha y 200 por el de la izquierda, armados de lanzas, hondas, flechas y rifles.
Después de media hora de combate se logró desalojar al enemigo de las posiciones que ocupaban, habiéndole causado 30 muertos y algunos heridos. Las fuerzas chilenas tuvieron que lamentar la pérdida del cabo 1º Manuel Jesús Osorio y fue herido el soldado Antonio Jara.
Durante 1837 se encontraban listas las tropas para partir a la Expedición al Perú. Sin embargo, algunos oficiales pensaban impedir las operaciones, ya que para ellos significaba un intento de destruir al Ejército y permitiría perpetuar en el mando al ministro Diego Portales, quien fue detenido el 3 de junio de 1837, mientras inspeccionaba el Regimiento Maipo, al mando de José Antonio Vidaurre, en las cercanías de la ciudad de Quillota.
Al saberse del motín y que Portales había sido tomado preso, el Almirante Manuel Blanco Encalada, Comandante en Jefe de la Expedición al Perú, prepara sobre los cerros del Barón al Batallón Valdivia, los dos batallones de la Guardia Cívica, 70 jinetes y 4 cañones con el propósito de cerrar el paso a los revolucionarios.
El 6 de junio, Vidaurre atacó a Blanco en el Barón, pero fue totalmente rechazado y dispersada su tropa. Mientras se realizaba el combate, el capitán Santiago Florín asesinaba al Ministro Diego Portales al amanecer.
El 16 de junio el Gobierno premió a aquellos que derrotaron a los revolucionarios disponiendo el uso del distintivo de una medalla de oro, figurando una estrella con cinco rayos que llevaba en el anverso el lema: “A los fieles defensores de la Ley y en reverso: Alturas del Barón”, junio 6 de 1837.
Después de la victoria en la batalla de Tacna, el mando chileno decidió capturar la plaza fortificada de Arica, y por su parte, el coronel peruano Francisco Bolognesi, comandante de la Plaza de Arica, resolvió defender la Plaza “hasta el último cartucho”. Se encargó al coronel Pedro Lagos Marchant la planificación y conducción de la maniobra para tomar dicha plaza, considerada inexpugnable.
La batalla comenzó con el ataque al fuerte Ciudadela. Los infantes chilenos llegaron al pie de aquellos bastiones, con corvos y bayonetas rompieron los sacos de arena, abriendo brechas en los muros del fuerte. En el portón del Ciudadela cae mortalmente herido el capitán Tristán Chacón, Comandante de compañía del Regimiento 3° de Línea, que retirado de la zona de fuego exclamó: “Muero…esa bandera me nubla la vista ….Cumplid con vuestro deber!”. Entre los defensores peruanos se destaca la valiente actuación del coronel Justo Arias Aragüez, comandante del Batallón Granaderos de Tacna. En el ataque al Fuerte del Este y del Morro, los soldados del 4º de Línea alcanzaron la heroica victoria, donde murió el coronel Francisco Bolognesi, comandante peruano a cargo de la defensa del Morro. La victoria chilena hizo flamear el pabellón nacional en la cima del Morro de Arica, después de 55 minutos de intenso combate.
Transcurrida la batalla, la prensa relató detalladamente el Asalto y Toma del Morro, destacando el heroísmo de los soldados chilenos y la rapidez del ataque. Los titulares fueron dedicados a la bravura del teniente coronel Juan José de San Martín del 4º de Línea y del capitán Tristán Chacón del 3º de Línea.
El grado de Suboficial Mayor representa la más alta investidura jerárquica en la carrera del personal del Cuadro Permanente, Simboliza la cúspide de la carrera militar en este estamento, de quienes han servido por años con abnegación y sacrificios. El 22 de junio de 1932, conforme al Decreto Ley N°59, se creó en el Ejército el grado de Suboficial Mayor y se fijó su sueldo. Posteriormente, su denominación cambió a Brigadier y así se mantuvo hasta 1953, año en que retomó su antigua denominación. En 1969, en reconocimiento y agradecimiento a los suboficiales mayores de la Institución, se instituye la celebración del “Día del Suboficial Mayor”.
En ocasión del centenario de la independencia de Argentina y el natalicio del prócer Bartolomé Mitre, el presidente argentino Manuel Alvear extendió a Chile la invitación a los cadetes y oficiales de la Escuela Militar para desfilar el 9 de julio en Buenos Aires, junto a las escuelas de Uruguay, Paraguay y Brasil. La delegación, al mando de su Director José María Barceló Lira, estaba compuesta por un batallón de formación de dos compañías de fusileros, abanderados y la banda instrumental.
Llegó el día 6 a la provincia de Mendoza, desde la cual partió en la madrugada del 7 a bordo del Ferrocarril de Buenos Aires al Pacífico. Frente a la pequeña estación ferroviaria de Alpatacal, el tren que conducía a la Escuela Militar chocó de frente con otro convoy que hacía la ruta inversa, quedando ambos completamente destruidos. Entre la enorme masa de hierros y maderas retorcidas producidas por el choque, seguido por el humo y el vapor del incendio, los cadetes y oficiales debieron actuar con rapidez para salvar a sus compañeros agonizantes. Incluso el portaestandarte y sus escoltas, al percatarse que el estandarte había quedado atrapado entre los restos, rescataron dicho símbolo patrio. El accidente tuvo el mayor registro en la historia ferroviaria argentina, dejando 30 fallecidos, de los cuales 12 eran chilenos, y 60 heridos.
Tras recibir la noticia, el gobierno dio orden precisa. Se debía cumplir con el compromiso que Chile había adquirido. Así, los cadetes ilesos continuaron su viaje a la capital federal, en la cual desfilaron demostrando todo valor, “entre una tempestad de aplausos que parecían rebotar bajo la arcada de la Catedral”, como relataba un periodista trasandino.
La Escuela Militar continúa conmemorando anualmente esta tragedia, que en palabras del Memorial del Ejército de 1937, había demostrado “un hecho incontrovertible: la magnífica organización de la Escuela Militar y su arraigado concepto de la disciplina y del cumplimiento del deber, aun ante las circunstancias más difíciles”.
En plena Campaña de la Sierra en la Guerra del Pacífico, 77 chilenos defendían a muerte la plaza de La Concepción, en una emblemática lucha sinónimo de valentía y sacrificio, hito clave en la historia nacional que hoy se conmemora con el Juramento a la Bandera.
Las fuerzas aliadas, al mando del coronel Juan Gastó, atacaron a la compañía chilena que cubría el poblado de La Concepción, compuesta por hombres del Regimiento 6° de línea al mando del capitán Ignacio Carrera Pinto. Tras el sangriento combate, todos los chilenos resultaron muertos, negándose los sucesivos mandos a aceptar las ofertas de rendición a pesar de la tremenda desproporción de fuerzas, por cuanto la columna peruana estaba reforzada por más de 1.500 indios montoneros.
Esta heroica hazaña llevó al Comandante de la División a dar a conocer a las tropas el 14 de julio la siguiente proclama:
“¡Soldados del Ejército del centro! Al pasar por el pueblo de La Concepción, habéis presenciado el lúgubre cuadro de escombros humeantes, cuyo combustible eran los restos queridos de cuatro oficiales y setenta y tres individuos de tropa del Batallón Chacabuco 6ª de línea. Millares de manos salvajes fueron los autores de tamaño crimen; pero es necesario que tengáis entendido que los que defendían el puesto que se les había confiado eran chilenos que, fieles al cariño de su patria y animados por el entusiasmo de defender su bandera, prefirieron sucumbir antes que rendirse!. ¡Un hurra a la eterna memoria de los héroes de La Concepción!”.
Durante la Guerra del Pacífico, el coronel Alejandro Gorostiaga derrota decisivamente al general peruano Andrés Avelino Cáceres. Al amanecer del día 10 se dio inicio al combate, donde se impusieron las fuerzas de Gorostiaga –que sumaban más de 2.200 hombres- logrando desbandar al ejército de Cáceres después de 6 horas de lucha. Durante la persecución posterior no hubo captura de prisioneros, procediéndose a fusilar a todos los que se pudo apresar y perdiendo los peruanos más del 50% de sus efectivos. Con la derrota en Huamachuco, el ejército del centro peruano quedó totalmente destruido, y trajo consigo el quebrantamiento definitivo de la voluntad de lucha de los políticos peruanos.
Se promulga la ley sobre abolición de la esclavitud en Chile. Se decreta lo siguiente: “1° Son libres cuantos han nacido desde 1811 y cuantos nazcan en los territorios de la República; 2° Son libres cuantos pisen el suelo de la República y quienes hayan sido conducidos fuera de ella; 3° Cuantos hasta hoy han sido esclavos, son absolutamente libres desde la publicación de este acuerdo”.
Se organiza el Cuerpo de Cirujanos para la curación y asistencia del Ejército, mandado a crear por el Congreso el 15 de agosto de 1826. Asimismo, se fija el número de cirujanos y se determina el uniforme que deben llevar.
El gobierno reconoce la importancia de nacionalizar cuanto más se pueda los sentimientos de los chilenos, y advierte que la voz “Patria” –usada hasta entonces en todos los actos-, es demasiado abstracta y no individualiza la nación, ni tampoco produce un efecto tan popular como el nombre del país. Se decreta entonces que en todos los actos civiles y militares se usará en adelante la voz “Chile”, y será el Ministro de Gobierno quien se encargará de su ejecución.
Una faceta poco conocida del religioso fue su presencia en el Ejército, cuando realizó el Servicio Militar, en un programa para voluntarios universitarios. El 23 de Julio de 1920, se llamó a Cursos de Aspirantes a Oficiales de Reserva por 90 días, la guerra parecía un peligro inminente y un grupo de jóvenes, encabezado por Hurtado, se inscribieron en las filas de la institución -entre ellos, Manuel Larraín Errázuriz, posterior obispo de Talca; Augsto O. Salinas, futuro obispo de Linares; Álvaro Lavín y Germán Domínguez, todos amigos-.
Alberto Hurtado cursaba sus estudios de Derecho en la Pontificia Universidad Católica, por lo que tuvo que dividir su tiempo entre las exigencias académicas, su preocupación por los más pobres y el Servicio Militar. Ingresó el 1 de agosto a la 10ma Compañía del 3er Batallón del Regimiento de Infantería Yungay, que se encontraba acuartelado en Santiago, en el Barrio Recoleta, bajo el mando del teniente coronel Washington Montero. Pronto el aspirante Hurtado asciende de grados, alcanzando en su carrera militar el de Teniente 2º.
Denominado “Aguerridos”, para asistir a las necesidades de los inválidos de la campaña por la independencia. Se organizaría en compañías de 120 hombres acuartelados en el convento de San Francisco y servirían de base todos los inválidos dispersos que habían obtenido cédulas de tales en la guerra de la independencia y aún en el tiempo del gobierno español. Fue nombrado comandante el coronel graduado, argentino, Mariano Larrazával, encargado de su organización y disciplina.
Se dicta la ley que establece el montepío militar, el cual entrega depósitos de dinero a determinados familiares de los individuos fallecidos de un cuerpo militar. Si bien hay antecedentes desde la época de la independencia y se menciona en la Ordenanza General del Ejército en 1839, en 1855 se establece que el montepío es “una institución piadosa que tiene por objeto el socorro de las familias de los militares, y es una carga que la nación reconoce sobre el tesoro público”. Emanado por el Ministerio de Guerra, para obtenerlo se abría un sumario llamado Expediente de Montepío, el cual contenía diversos documentos mediante los cuales las viudas, hijas solteras o madres viudas de los fallecidos debían certificar su identidad y relación con el fallecido.
Los inicios del uso de banderas y estandartes se pierden en los albores independentistas de Chile, quizás su comienzo se remonta a la creación de las primeras unidades militares. Su función era reconocer dónde se encontraba una unidad en el campo de batalla, y en un primer momento, las unidades usaron el emblema nacional tricolor. En agosto de 1843, surge la primera gestión oficial para regular las insignias utilizadas por los cuerpos del Ejército y de la Guardia Nacional.
Las banderas de los cuerpos de infantería del Ejército permanente serían de color rojo y en el caso de la Guardia Cívica color azul turquí, ambas llevando en su centro la estrella nacional bordada con hilo de plata y alrededor el nombre del batallón bordado con hilo de oro. Los estandartes, que corresponden a la caballería, serían también rojos y azules para cada caso, pero con la estrella y el nombre bordado en hilo de plata. Cabe destacar la ausencia de estandartes de la artillería, situación que respondería a que dicha arma, al ser de posición, no necesitaba un elemento de distinción frente a sus propias tropas en el desarrollo de una contienda bélica, a diferencia de las otras armas que requerían de un elemento visual que permitiera la conducción y enlace de la unidad.
En forma progresiva, se van uniformando las banderas de combate y estandartes. Así, para la Guerra del Pacífico, encabezan las memorables acciones de las campañas de 1879 a 1884. Aquellas insignias pasan a ser depositarias de tradiciones, símbolo de identificación del soldado con su regimiento, imagen ante la ciudadanía en los desfiles y juramentos a la bandera de aquellos soldados que comienzan su vida militar mediante la invocación de Dios y la Patria. Estos estandartes serán utilizados hasta 1892, año en que se adopta la bandera nacional con bordados como símbolos de los cuerpos, actuales estandartes de combate. Actualmente son denominados Estandartes Históricos.
Desembarca en Talcahuano el general realista Mariano Osorio, de destacada carrera militar, junto a aproximadamente cinco mil soldados armados y entrenados, para reemplazar al brigadier Gabino Gaínza en el mando de sus fuerzas en Chile y detener el movimiento independentista. Envió un oficio dirigido “a los que mandan en Chile”, conminándolos, en nombre del Virrey del Perú, a deponer las armas, por cuanto el Tratado de Lircay no había sido aprobado por el virrey del Perú y ordenaba reanudar las hostilidades.
La mayor sorpresa estratégica había caído sobre los patriotas, que ante la quiebra de su ejército y la enemistad de sus bandos, no pudieron enfrentarse a un enemigo bien organizado, con buen armamento, disciplina y mando. Tras una hábil campaña, los realistas triunfaron el 1 y 2 de octubre, en el campo de batalla de Rancagua.
El plan concebido por el general José de San Martín era continuar las campañas independentistas hacia el territorio peruano, una vez que se obtuviera la emancipación en Chile. Tras el triunfo de Maipú, el Director Supremo Bernardo O’Higgins se abocó a organizar la Expedición Libertadora al Perú; para ello debió equipar un Ejército y una fuerza naval.
El zarpe de la expedición logró concretarse en 1820. Los gastos fueron conseguidos a expensas de Chile, por lo que tanto la Escuadra como el Ejército portaron la nacional, y se contó con la participación de figuras extranjeras como José de San Martín y Thomas Cochrane El 20 de agosto, la expedición se hizo a la mar desde Valparaíso. El general José de San Martín, al mando del Ejército Libertador, se embarcó en el buque de su nombre, mientras que el almirante Cochrane izó su insignia de mando a bordo de la "O'Higgins".
La Expedición de la Sierra Central comenzó el 20 de octubre de 1820, cuando San Martín dirigió sus fuerzas al interior del Perú. La presencia de las fuerzas expedicionarias y la intensificación de la crisis interna del mando realista, permitieron que el 9 de julio de 1820 ingresara el Ejército Libertador a Lima. Once meses después del zarpe de la escuadra, San Martín convocó a un Cabildo Abierto y tras firmar el acta el día 15, proclamó la Independencia de Perú el 28 de julio de 1820 en la Plaza Mayor de Lima.
La convicción de que detrás del asesinato de Diego Portales había actuado Santa Cruz, el gobierno chileno decidió disolver la Confederación Perú –Boliviana por medio de las armas, iniciándose un conflicto bélico que constó de dos campañas, la primera en 1837, que terminó en la forma del Tratado de Paucarpata y la segunda que arribó a Ancón, Perú, el 6 de agosto 1838. Desde Ancón, el Ejército Restaurador inició su marcha hacia Lima, finalmente enfrentándose en Portada de Guías el 21 de agosto de 1838.
Luego de haber salvado un largo desfiladero, la vanguardia chilena alcanzó una zona pedregosa, a cuya retaguardia se extiende una línea de alturas casi paralelas a la dirección de la muralla en que está la Portada de Guías. El comando confederado se había dividido; Nieto se retiraba y Orbegoso quería defender Lima a toda costa. Advirtiendo que la vanguardia chilena estaba aislada, ordenó a los montoneros y soldados ocultos que rompieran fuego contra las tropas chilenas, que habrían sucumbido al no llegar oportunamente en su ayuda el primer escuadrón Lanceros y otro de Cazadores a caballo, que aventaron materialmente a la caballería peruana. A su amparo, los cazadores de infantería emprendieron un ataque metódico que les permitió avanzar hasta la portada, pero quedaron sin munición. En esos momentos llegaban los regimientos Carampangue y Colchagua, que cargaron sobre el centro de la línea enemiga. La lucha fue de una violencia extraordinaria, pues las tropas chilenas eran fusiladas por el frente, por los flancos y aun desde los edificios que iban dejando atrás. Como al anochecer la situación prosiguiera indecisa, se dispuso que el batallón Portales y el Valparaíso se adelantaran por el flanco derecho y que una compañía del Carampangue coronase una altura de la izquierda, a fin de quebrantar la resistencia que el enemigo oponía en el centro. A las 5 de la tarde, los confederados emprendieron la retirada hacia la plaza mayor, dispersándose, cediendo el terreno y replegándose al Puente de Piedra de Lima. Ya en la noche, se acampaba en Lima y al día siguiente el ejército restaurador desfilaba por las calles de la ciudad.
Esta batalla se produce en la Guerra Civil de 1891, enfrentamiento entre los partidarios del presidente José Manuel Balmaceda y los del Congreso. Después de haber sido expulsadas las tropas del gobierno de la zona norte se continúa con la campaña del Centro. El ejército congresista, que había desembarcado el día anterior en Quintero, derrota a dos divisiones gobiernistas que se defendían en la ribera sur del río Aconcagua.
Después del Tratado de Lircay y de vuelta en el gobierno el brigadier José Miguel Carrera y sus partidarios, se produjo un quiebre entre los patriotas que llegó incluso al enfrentamiento entre ambos bandos.
El día 26 de agosto de 1814, las tropas de Bernardo O´Higgins cruzan el río Maipo con tan sólo 400 hombres y dos cañones. Desde Santiago, el coronel Luis Carrera preparaba un contingente cercano a los 1.200 hombres. El combate se inició aproximadamente a la una de la tarde y terminó pasada las seis con el triunfo de los Carreras. En el sector de Tres Acequias, se realizó un cañoneo prolongado, y posterior repliegue de las tropas carreristas al observar la trayectoria a su favor del combate. O´Higgins, en la inmediaciones del sector norte de Ochagavía, perdió su caballo, fue herido de bala, y tuvo que retirarse. Dos cañones de propiedad de sus tropas fueron perdidos en el lugar.
Sin embargo, a consecuencia de la llegada al país del brigadier Mariano Osorio, el 13 de agosto de 1814, esta situación se revirtió y se produjo la reconciliación entre O´Higgins y Carrera, con la finalidad de unir fuerzas para enfrentar a los realistas, en lo que sería la decisiva batalla de Rancagua.
Esta batalla se produce en la Guerra Civil de 1891, debido al conflicto entre el presidente José Manuel Balmaceda y el Congreso. Días después de la Batalla de Concón, en la cual son derrotados los balmacedistas, se produce la decisiva Batalla de Placilla, en la que el ejército congresista, comandado por el coronel Estanilao del Canto y su Jefe de Estado Mayor Emilio Körner, derrota definitivamente al ejército gobiernista al mando de los generales Orozimbo Barbosa y José Miguel Alcérreca, los primeros generales en morir en combate. Esta batalla marcó el fin de la guerra civil de 1891 y significó la caída del gobierno de Balmaceda.
La Batalla de Yungay, del 20 de enero de 1839, marcó el triunfo definitivo del ejército chileno por sobre sus adversarios durante la Guerra contra la Confederación Perú-boliviana. La importancia del hecho y el impacto que produjo inspiraron la creación de un himno que conmemorara lo acontecido, el cual alcanzó tal popularidad que fue considerado, hasta avanzado el siglo XX, como un segundo himno nacional, e incluso se enseñaba e interpretaba en escuelas y liceos.
La letra fue escrita por Ramón Rengifo y la música por José Zapiola. Parte de su letra dice lo siguiente:
¡Oh, patria querida,
qué vidas tan caras,
ahora en tus aras
se van a inmolar!
Su sangre vertida
te da la victoria;
su sangre, a tu gloria
da un brillo inmortal!
Cantemos la gloria
Del triunfo marcial
Que el pueblo chileno
Obtuvo en Yungay.
Primer movimiento militar encabezado por los hermanos Carrera, que tenía como objetivo principal cambiar la conformación del naciente Congreso Nacional. José Miguel Carrera presentó ante el Congreso una lista de peticiones a nombre del pueblo de Santiago, que significó la suspensión del cargo de miembros de tendencia realista o moderados.
Fue una de las primeras acciones decretadas por la Junta Gobiernista luego del fin de la guerra civil de 1891. Una de las medidas adoptadas fue la reestructuración de los regimientos de infantería, que pasaban a ser batallones, conservando la misma denominación.
Días después se decreta que sólo se reconocerán como miembros del Ejército y de la Armada a aquellos oficiales y soldados que estuvieron bajo las órdenes de la Junta de Gobierno liderada por Jorge Montt, Waldo Silva, Ramón Barros Luco y Joaquín Walker. Esta disposición trajo en muchos casos angustia en los miembros del Ejército y la Marina.
Por otra parte, como una manera de distinguir a los oficiales y soldados, se otorgó compensaciones a los que participaron en las batallas de Concón y Placilla, la cual consistió en el goce de tres meses de sueldo. Para los sargentos, cabos de mar y marinería de la Escuadra que se encontraban el 7 de enero en servicio, tuvieron derecho a un mes de goce de sueldo.
A pesar de las recompensas que existieron para algunos, se disolvieron los batallones de infantería Nºs 5, 6 y 8 y los Escuadrones de Caballería Nºs 1, 2, 3 y 4, unidades que tuvieron un compromiso significativo con las fuerzas balmacedistas. Esta medida no tuvo un motivo de castigo, sino el de eliminar un dictamen presidencial decretado días antes de estallar la revolución.
Se dicta la ley N°1462 sobre Servicio Militar Obligatorio, que establecía que todos los chilenos de 20 a 45 años de edad estaban obligados a servir en el Ejército de la República según la forma que establecía la ley.
Desembarca en Pisco el Ejército Libertador del Perú al mando del general José de San Martín, al servicio de Chile, marcando el inicio de una serie de episodios de la historia peruana en camino a su Independencia. El Ejército Libertador entra a la ciudad algunas horas después, instalando San Martín su Estado Mayor para definir la estrategia militar a seguir.
Es uno de los primeros institutos formadores de Oficiales de Estado Mayor y en incorporar el nivel operativo en la conducción militar. Nació del proceso de discusión y evaluación de la Guerra del Pacífico y su fundación es el mayor alcance logrado en el proceso de profesionalización del Ejército.
La misión fundamental de la Academia de Guerra es formar especialistas de Estado Mayor, capacitando a los oficiales para la conducción, mando y asesoría en todos los escalones institucionales, en los niveles táctico, operativo, estratégico y conjunto. Además, tiene como finalidad la preparación profesional y general del oficial de acuerdo al avance de las ciencias, capacitándolo para desempeñarse en las actividades relacionadas con los campos de acción que conforman las áreas de Desarrollo y la Seguridad Nacional.
Su evolución como establecimiento docente superior que ha considerado la diversificación y la multiplicación de estudios, el aumento de títulos y grados que otorga, consolida su solidez con el reconocimiento del Ministerio de Educación como Instituto de Educación Superior en 1990, con la difusión de la Ley Orgánica Constitucional de Educación, facultándola para entregar títulos profesionales y grados académicos a profesionales militares y civiles que estudien en sus aulas.
El cuartel ocupado por la Academia fue el edificio ubicado entre las calles de Morandé y Teatinos, en la Alameda de las Delicias. Uno año más tarde, la Academia se trasladaba al Edificio Alcázar, de la Escuela Militar, para posteriormente ubicarse en la Alameda con García Reyes. Finalmente, a partir de 1974, se traslada a la comuna de La Reina, donde se encuentra actualmente.
Con el objetivo derrocar al gobierno del presidente Manuel Montt, se trataba del primer alzamiento armado en contra de los gobiernos conservadores, el cual estuvo encabezado por el general José María de la Cruz. El movimiento revolucionario fue finalmente sofocado en la batalla del Loncomilla, que se desarrolló en diciembre de ese mismo año.
En Santiago, tiene lugar una gran asamblea a la cual concurren todas las autoridades y vecinos prestigiosos de la ciudad, presididos por el Conde de la Conquista Mateo de Toro y Zambrano. Se acordó allí constituir una Junta Gubernativa que rigiese los destinos de Chile mientras se mantuviera el cautiverio del Rey de España, un acto revolucionario que inició el proceso independentista de Chile. Entre sus principales obras se pueden mencionar la creación de las primeras unidades para la defensa ante el enemigo externo, la declaración de libertad de comercio y la convocatoria para el Primer Congreso Nacional.
Enfrentamiento ocurrido durante la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, después del Combate de Portada de Guías. El general Bulnes había desplegado al Batallón Santiago, al mando del comandante José María Sesse, y una columna peruana de 60 cazadores al mando del coronel Torrico, en la que se encontraba también el coronel Plascencia, en el valle de Matucana, a 85 kilómetros al sureste de Lima.
El 18 de septiembre, mientras las fuerzas restauradoras celebraban la independencia de Chile, se produjo un ataque de las avanzadas de Santa Cruz, al mando del general Francisco de Paula Otero, formado por cazadores montados y soldados de infantería. El combate se inició con la caballería de los confederados seguida por la infantería, se produjo un sangriento enfrentamiento en las calles del pueblo de Matucana que terminó a las 5 de la tarde con la retirada hacia el valle de las fuerzas confederadas y muchas bajas.
Con un acto de gran solemnidad se inaugura en Santiago una estatua ecuestre del general Manuel Baquedano, héroe de la Guerra del Pacífico. La obra, encargada al escultor Virginio Arias, se emplaza en la Plaza Italia, a la cual desde ese día se le denomina comúnmente Plaza Baquedano. Algunos años después, se conformó un conjunto arquitectónico mayor al añadírsele una mujer, un soldado y los dos bajorrelieves de las batallas de Chorrillos y Miraflores, además de los restos de un soldado desconocido fallecido en combate durante la Guerra del Pacífico que fue enterrado a los pies del monumento.
Las paradas militares, como ahora las conocemos, nacieron con la llegada de los instructores alemanes a Chile en 1895. Han conservado sus características iniciales, modificadas al correr del tiempo, con innovaciones propias del progreso de la ciencia militar.
Los antecedentes se remontan a la tradición recibida del Ejército Español del Reino de Chile, la cual dictaba que en cada festividad oficial, el estandarte Real fuera paseado por las principales calles de la capital, rodeado por las Unidades de Guarnición.
La primera ceremonia en la que participó el Ejército de Chile se efectuó en la mañana del 19 de septiembre de 1810 en la Plaza de Armas de Santiago, en ocasión de la proclamación del acta de instalación de la Junta de Gobierno.
La Parada Militar de 1910, llamada "Del Centenario", marcó un hito en la historia de los desfiles del Ejército. A pesar de que el gobierno chileno había sufrido la pérdida de su primer mandatario, Pedro Montt, y sólo unos pocos días más tarde la de su Vicepresidente, Elías Fernández Albano, la virilidad del pueblo, el patriotismo de los gobernantes, como la perfecta organización de su Ejército, hizo posible que esta celebración fuera presentada sin alteraciones, efectuándose una de las paradas más espectaculares de su historia.
Por decreto supremo de 1915, se declara como feriado legal el 19 de septiembre en honor a “Las Glorias del Ejército”, el cual año a año se conmemora con una Gran Parada Militar en la elipse del Parque O’Higgins y paradas militares en las guarniciones militares de regiones.
Hasta 1947, la Parada Militar conservó la misma estructura general. El progreso técnico de las diversas armas fue dándole nuevas modalidades, especialmente las recientes unidades motorizadas, mecanizadas y blindadas. Aun así, su espíritu será el mismo y seguirá simbolizando la íntima comunión espiritual del Ejército con el pueblo y con las tradiciones que guarda nuestra historia militar.
Enfrentamiento de la Patria Nueva ocurrido en el marco de la llamada “Guerra a Muerte, desarrollada en el sur de nuestro país. El capitán Pedro Nolasco Victoriano derrota a los montoneros Pedro y Antonio Pincheira.
Durante el gobierno del Director Supremo Bernardo O’Higgins Riquelme, se crea la Alameda de las Delicias en la Avenida de la Cañada y se le denomina Campo de la Libertad. Se manda a abrir una suscripción para atender a los gastos que demande su creación.
El primer escudo que fue utilizado en el país, cuando luchaba por su independencia, fue formalizado por el gobierno de José Miguel Carrera en 1812, destacándose una “estrella radiante” e incorporando dos leyendas en latín “Post tenebras luz” y “Aut concilio aut ense”. Pero tras la reconquista, a partir de octubre de 1814 y hasta 1817, el brigadier Osorio y el gobernador Marcó del Pont se preocuparon de borrar todo vestigio de liberalismo de los años iniciales del proceso independentista. Luego, Director Supremo General Bernardo O´Higgins Riquelme, ordenó acuñar, en 1818, las monedas de oro de 8 escudos, en cuyo anverso decía “Estado de Chile Constituido Independiente” y en el reverso aparecía un escudo de armas en cuyo contorno se leía el lema “Por la razón o la fuerza”.
Sucesivamente, entre los años 1818 y 1834 las monedas de oro de 2 escudos y 4 escudos usaron el mismo cuño. De la misma manera, los botones militares que se utilizaron desde los albores de la Independencia llevaron el lema de “Por la razón o la fuerza”. Un segundo escudo fue legalizado por el Congreso Nacional, mediante decreto el 23 de septiembre de 1819. Este emblema se denominó “Escudo de Armas de la Patria” y se adoptó ante la necesidad de “colocar las armas nacionales sobre la puerta del Palacio de Gobierno…teniéndose por las armas de la patria el escudo”. Estaba formado en campo azul oscuro, ubicada en su centro, una columna de orden dórico sobre su pedestal de mármol blanco, encimada del mundo nuevo americano, submontado de un letrero que decía “Libertad”. Sobre este, una estrella de cinco puntas representante de la provincia de Santiago; a los lados de la columna, otras dos estrellas iguales por Concepción y Coquimbo, orlado todo de ramas de laurel, que, amarradas con una cinta tricolor, simbolizaban los cuerpos de las Armas de la República: Infantería, Artillería y caballería. Este escudo fue sustituido posteriormente por el que se determinó en 1834.
El Combate de Pangal fue un enfrentamiento ocurrido en el marco de la llamada “Guerra a Muerte”. Sucedió en la zona de Pangal en la ribera norte del Laja, entre las tropas de Vicente Benavides, comandadas por el coronel Juan Manuel Picó y las fuerzas patriotas al mando de Benjamin Viel y Carlos O’Carrol.
Los patriotas descendieron al llano de Pangal y el coronel Picó empezó el combate con una carga de sable, a la que respondieron las fuerzas patriotas con una descarga de fusilería, permitiendo con ello a las fuerzas realistas envolverlos, cayendo sobre infantes y artilleros.
El comandante O’Carrol, vuelto en sí de la sorpresa, se introdujo –sable en mano- “en medio de la vorágine de cuchilladas que formaban los combatientes”. El campo de batalla, relata Vicuña Mackenna- “quedó convertido en una corral de sables y de lanzas, en que iban rindiendo la vida los mejores hijos de Chile”.
El teniente coronel O’Carrol fue unos de los primeros en caer en manos de los montoneros. En cuanto a sus soldados, no menos de 300 de ellos quedaron tendidos en el campo de Batalla.
Tras la amenaza del bloqueo y bombardeo de sus puertos por parte de la Escuadra Española en el Pacífico, la Cámara de Diputados aprueba por unanimidad la ley de presupuesto y en los días siguientes una serie de leyes de emergencia para hacer frente a la guerra. En el combate de Abtao y otras escaramuzas, la fuerza hispana no logró dañar a la escuadra chileno-peruana, por lo cual se concentró en Valparaíso. Al negarse Chile a devolver la nave enemiga capturada en Papudo y a darle las demás satisfacciones exigidas, la escuadra hispana bombardeó la ciudad el 31 de marzo de 1866. Después zarpó al Callao, donde fue tan duramente castigada que debió abandonar Sudamérica. En 1867, Chile suscribió con España un tratado de tregua, refrendado después por un armisticio en 1871 y por un tratado de paz definitivo en 1883.
En el contexto de la guerra en el sur llamada “Guerra a Muerte”, después del desastroso Combate de Pangal, el teniente coronel José María de la Cruz intentó dirigirse a Los Ángeles con el propósito de reunirse con el Mariscal Andrés de Alcázar, pero recibió la orden de replegarse a Concepción.
Mandó un emisario dando la orden a Alcázar que se replegara a Concepción. Sin embargo, el emisario fue tomado prisionero y le llegó a Alcázar una orden totalmente opuesta la cual decía que debía cruzar el Laja por el vado de Tarpellanca, en donde recibiría socorros de Concepción.
Cruzando el río Laja, el jefe patriota fue informado de la proximidad de Vicente Benavides y del coronel Juan Manuel Picó. Ordenó en el acto a esa fuerza volver a la isla, a pesar de quedar en una situación desventajosa y vulnerable. El batallón formó el cuadro y ubicó en los ángulos las piezas de artillería. Las mujeres y niños fueron introducidos en el interior del cuadro.
El combate comenzó a las 11 de la mañana y sobrevino la noche y con ella una pausa en la lucha. En el campo patriota se habían agotado las municiones y corría la noticia de que masas enormes de indígenas caían sobre Los Ángeles. El mariscal Alcázar, por otra parte, sabía que ni Benavides ni Picó le perdonaría la vida en caso de ser derrotado. Prefería morir combatiendo antes de entregarse, pero se le hizo presente que si capitulaba se salvarían las mujeres y niños por lo cual accedió a rendirse. Lamentablemente no fueron perdonadas las vidas de las esposas y los hijos de los rendidos.
Enfrentamiento que marcó el fin de la Patria Vieja, donde las fuerzas patriotas, pese al esforzado mando del General en Jefe José Miguel Carrera y el brigadier O’Higgins, con el fin de frenar las fuerzas del general Mariano Osorio que se dirigían a Santiago. Los patriotas son derrotados en Rancagua y partir de ese momento, el poderío del territorio vuelve a manos realistas, iniciándose la llamada Reconquista.
La batalla se inició a las 10 de la mañana del día 1º de octubre, con el avance simultáneo de las diferentes agrupaciones realistas, contra cada una de las trincheras que ocupaban los patriotas, el que se estrelló contra el valor increíble de los defensores de la plaza.
Luego de un duro día de batalla, agotados los víveres y las municiones, O'Higgins envió un mensajero al brigadier José Miguel Carrera, que estaba con la División de Reserva, solicitando apoyo. Al General en Jefe le llegó el siguiente parte: "Si vienen municiones y carga la Tercera División, todo es hecho". Carrera respondió: "Municiones no pueden ir, sino en la punta de las bayonetas. Al amanecer hará sacrificios esta División".
Al aclarar atacó la III División al mando del coronel Luis Carrera, la que fue detenida por la reserva enemiga. Como la ayuda fue imposible y para evitar su aniquilamiento, el Libertador ordenó montar a los dragones y a todos los infantes que pudieran hacerlo. Fue así como alrededor de 500 hombres galoparon por la calle de La Merced hacia campo traviesa y emprendieron la retirada hacia Santiago.
Atrás quedó Rancagua, sumida en el humo y la destrucción. Allí quedaron muchos patriotas tendidos en la tierra, sin embargo, este sacrificio no fue en vano. O'Higgins una vez en Mendoza prepararía su regreso, y dos años después, los patriotas del ejército de los Andes recobraría la Patria en las lomas de Chacabuco y Chile, sería restaurado por su valor demostrado.
Desde la conformación de la Junta de Gobierno de 1810 se vio la necesidad de planificar la defensa del reino, por lo que se puso en marcha el primer Plan de Defensa de Chile y se decidió implementar una fábrica de armamento.
En octubre de 1811, el Congreso Nacional comisiona al diputado Francisco Ramón Vicuña la organización de una fábrica para la construcción y reparación de armas del Ejército patriota. Su funcionamiento y las adquisiciones estarían a cargo del Comandante General de Armas, Juan Mackenna O’Reilly y la dirección bajo José Antonio Rojas, quien la pone en marcha e introduce los conocimientos necesarios. La fábrica se abocó a la reparación y producción de sables, fusiles y cañones.
Tras el desastre de Rancagua y la emigración de los patriotas a Mendoza en 1814, el general San Martín llama a Fray Luis Beltrán para que se haga cargo de la fábrica de armas que se organizaba en esa ciudad, indispensable para abastecer al Ejército de Los Andes que iría a la reconquista de Chile. Beltrán era conocido por su afición a la física y a la química y dominaba todas las artes manuales, condiciones éstas que junto a su genio natural y gran imaginación le permitieron organizar y operar la Fábrica de Armas, pese a la escasez de medios materiales. Seguiría su labor una vez que el ejército patriota retomara el poder en Chile en 1817, periodo en que la fábrica fue sometida a grandes pruebas, como equipar al Ejército Libertador.
FAMAE durante sus casi dos siglos de existencia, ha contribuido a la permanente modernización de las Fuerzas Armadas y del Ejército en particular, mediante sus desarrollos, fabricaciones e integraciones de armamentos, materiales y pertrechos indispensables para el equipamiento de las unidades.
Enfrentamiento de la Patria Nueva en el marco de la “guerra a muerte”, en la actual comuna de Pinto. El brigadier Joaquín Prieto derrota al montonero Vicente Benavides
Se decreta que, “desde hoy en adelante no venga a Chile ningún esclavo y que los que transiten para países donde subsiste esta dura ley y se demoran y se demoran por cualesquiera causa y permanecen seis meses en el Reino queden libres por el mismo hecho”, además de que los que en ese momento se encontraran en esa situación “reciban el consuelo de que sus hijos que nazcan desde hoy serán libres”. Para evitar fraudes y la venta de madres fuera del país, se declararon libres también los vientres.
José Miguel Carrera inicia el cruce hacia Mendoza desde Santa Rosa de los Andes hasta el día 8 de octubre de 1814, llevando consigo cuántas tropas se pudieron reunir, algunos fondos y documentos públicos, quemando lo que no pudieron llevarse. Se produce un combate en la Ladera de los Papeles el día 11 de octubre con las fuerzas realistas que los perseguían. Los patriotas son sobrepasados y forzados a retirarse. Es la última acción de guerra antes de que los patriotas dejen el país para refugiarse en Mendoza. Es en esta huida donde se forja la leyenda del “Salto del Soldado”, y que cuenta de un patriota que, para distraer a los realistas que perseguían a su columna, se separa del grupo y las emprende a caballo por las quebradas, siendo perseguido por los realistas. Al llegar a una abrupta quebrada de unos nueve metros de ancho, saltó con su caballo, llegando a la otra orilla, ante lo cual los realistas se habrían acobardado ante aquella osadía y no lo siguieron. Sea cierto o no, esta brecha existe y puede observarse camino a Mendoza.
Acción militar durante la Guerra Civil de 1851, en que el coronel Juan Vidaurre-Leal derrota a los revolucionarios al mando de José Miguel Carrera Fontecilla y del coronel Justo Arteaga Cuevas.
Acción militar donde el entonces coronel O’Higgins demostró su valor y atrevimiento. La derrota de los patriotas era inminente ya que los realistas habían logrado sorprender a las tropas de Carrera en el vado de El Roble y el desbande era general. O’Higgins condujo a sus soldados a la victoria avivándolos con su célebre frase: “¡Vivir con honor o morir con gloria; el que sea valiente siga mi marcha!”. Su actuar valió ser nombrado General en Jefe del Ejército Patriota, reemplazando a José Miguel Carrera.
Esta acción de guerra, si bien fue de menor importancia desde el punto de vista de la magnitud de las fuerzas participantes y de sus resultados, constituyó un hito en esta campaña, ya que fue la primera victoria real y efectiva alcanzada por los patriotas. Sus efectivos, pese a su escasa instrucción militar, demostraron convicción al subordinarse a un mando que demostró estar decidido a cumplir la misión que la patria le había encomendado, logrando que sus tropas fueran eficaces en la lucha. Esta victoria los llenó de alegría, dado que el fracaso en el sitio de Chillán había afectado la moral y la convicción en las fuerzas patriotas al no alcanzar el objetivo.
Tras el fin de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, llega a Santiago el general Manuel Bulnes junto al Ejército Restaurador. Conocida también como Guerra por la Restauración del Perú, fue el primer conflicto bélico regional originado por la existencia de objetivos geopolíticos contrapuestos que no obedecían a motivaciones territoriales, económicas o mercantiles. El triunfo final chileno se dio en enero de ese año, en la Batalla de Yungay, una de las batallas más sangrientas de la historia militar americana.
Durante la Guerra del Pacífico en la campaña de Arequipa, el coronel Vicente Ruiz junto a los batallones Santiago, Rengo, Carampangue y parte del Los Ángeles, derrotan al coronel peruano José Godínez en la zona de Huasacache, Perú.
El 22 de Octubre, a las 8:30 horas el Coronel Vicente Ruiz, obedeciendo una orden del Jefe de la Expedición, realiza una exploración a la Cuesta de Huasacache, acompañado del Batallón “Santiago”, 1 pieza de Artillería y 1 Compañía del Escuadrón “Las Heras”. A las 22 horas de ese mismo día, se inicia la operación de conquista de la Cuesta de Huasacache, avanzando el Coronel Ruiz por la izquierda del dispositivo adversario con los Batallones “Santiago”, “Rengo”, "Carampangue” y 2 compañías del “Anjeles” al mando de su 2° Jefe; y por la derecha comenzaba a escalar el Batallón 4° de Línea, reforzado por las otras 2 compañías del “Anjeles” al mando de su jefe, Teniente Coronel José Manuel Borgoño. A las 4:30 de la mañana, las fuerzas del Coronel Ruiz, coronaban las alturas de la cuesta y a las 6 de la mañana, la bandera chilena ondeaba en todas las posiciones peruanas, las que habían caído sin disparar un solo tiro, por la huida precipitada de los defensores.
En la tarde del mismo día 23, las fuerzas chilenas alcanzan Puquina y al día siguiente en la mañana el Batallón “Carampangue” ocupa Chacaguayo, llegando el 25 el resto de las fuerzas del Coronel Ruiz. A la par, la 2° división del Coronel del Canto, llegaba a la Cuesta de Huasacache, la suerte de Arequipa estaba sellada.
A las 11 horas del 29 de Octubre, la caballería chilena entraba en Arequipa, a esa misma hora y a unos 6 kilómetros de Arequipa, en el pueblo de Paucarpata, el Coronel José Velásquez Bórquez y su Cuartel General, en el mismo edificio y la misma sala en donde 46 años antes se firmara el Tratado de Paucarpata entre el Almirante Manuel Blanco Encala y el Mariscal Andrés de Santa Cruz, recibía la Rendición de Arequipa de manos del Alcalde y del Cuerpo Consular. El 2 de Noviembre llegaba a Arequipa la 2° división y ese mismo día, los batallones “Lautaro” y “Coquimbo”, 1 sección de Artillería y 50 jinetes del regimiento “Cazadores a Caballo”, todos a las órdenes del Coronel Diego Dublé Almeida, reciben la orden de ocupar Puno, puerto lacustre del Lago Titicaca, en la frontera con Bolivia.
La ocupación de Arequipa y Puno termina el 16 de Agosto de 1884, por medio de un decreto del Almirante Patricio Lynch, en el cual se ordena la disolución de la División Arequipa, siendo la última unidad en retirarse del territorio peruano el Batallón Movilizado “Lautaro”.
Se publica un bando llamando al servicio militar a todos los ciudadanos entre 16 a 60 años de edad, y se les ordena reconocer cuartel.
En Chile, la recientemente instalada Junta de Gobierno se preocupó de organizar las primeras unidades del Ejército, instruirlas, equiparlas y preparar la defensa de los territorios del Reino. Así lo demuestran los intentos de conformación de un Batallón de Infantería; unidades de Caballería y unidades de Artillería, en el caso de esta última irían a reforzar las ya existentes provenientes de período colonial. Por otra parte, se incentivó la adquisición de armas y a los ciudadanos que se presentasen armados a cualquier cuerpo militar, otorgándoles un escudo al brazo con el lema “con su valor y espada salvo la patria amada”. Así, se llamó al servicio de las armas a todo hombre libre en estado secular, desde los 16 a 60 años.
Acción militar durante la Guerra Civil de 1851, donde las fuerzas gobiernistas al mando del coronel Juan Vidaurre-Leal sitian la ciudad de La Serena, que tiene como comandante de armas al coronel Justo Arteaga Cuevas. Los rebeldes capitulan después de 2 meses de resistencia.
Enfrentamiento durante la Guerra del Pacífico, donde tropas chilenas desembarcan y capturan el puerto de Pisagua ocupado por fuerzas peruano-bolivianas.
Ocho meses después de la ocupación de Antofagasta, al ejército chileno de operaciones, que hasta entonces se mantuvo en una constante puesta en condiciones para enfrentar la inminente campaña, disciplinando, entrenando y equipando a su gente, por fin le llegó su hora de actuar, inaugurando la Campaña de Tarapacá. Se escogió Pisagua como el lugar más eficiente para desembarcar, ya que las agrupaciones aliadas distaban una de la otra y además poseía una línea férrea hacia el interior.
El ataque comenzó alrededor de las 9:30 am y se extendió durante casi cinco horas y media. Se caracterizó tanto por el tenaz avance de los chilenos como por la fuerte resistencia de los defensores de Pisagua. Aún con las dificultades que presentó esta acción militar, las bajas chilenas fueron menos del 10% de las tropas participantes de la acción. En cambio, las tropas aliadas derrotadas y rechazadas, tuvieron un total de bajas sobre el 60%.
La gran consecuencia de esta acción de armas es que, con Pisagua en sus manos, el Ejército de Chile quedó asentado en territorio enemigo, en un punto que podía ser sostenido desde Antofagasta y Valparaíso. De esta forma le permitiría adentrarse aún más en la provincia de Tarapacá. En recuerdo a esta heroica gesta, donde se destacaron los zapadores, se instituyó el Día del Arma de Ingenieros.
Enfrentamiento de caballería de la Campaña de Tarapacá de la Guerra del Pacífico. Se enfrentó una columna chilena que derrotó a las fuerzas peruanas del teniente coronel José Buenaventura Sepúlveda.
La ocupación de Pisagua determinó que el mando dispusiera un reconocimiento al interior para conocer la ubicación de los adversarios. Se dispuso que una fuerza de caballería iniciara un reconocimiento usando como eje la línea de ferrocarril. Avanzaron hacia Jazpampa y Dolores y continuaron hacia la estación y Oficina Salitrera de Agua Santa, donde terminaba la línea férrea, donde divisaron a tropas de caballería aliadas que protegían la retaguardia de las fuerzas del General Buendía que se retiraban en dirección a Pozo Almonte.
Los aliados de los regimientos Húsares de Junín, al mando del Teniente Coronel peruano don José Buenaventura Sepúlveda y Húsares de Bolívar, al mando del Capitán boliviano don Manuel María Soto, decidieron desmontar y esperar a los chilenos en construcciones abandonadas de la Oficina Salitrera Germania.
La avanzada de los Cazadores chilenos al mando del Alférez Gonzalo Lara, mantuvo el contacto hasta que el resto del Escuadrón pudo adoptar un dispositivo. Los aliados que se encontraban atrincherados en Germania abrieron un nutrido fuego, ante lo cual la avanzada chilena inicia una retirada que fue seguida por los aliados, esta vez montados. Esta persecución fue directamente hacia el grueso del Escuadrón de Cazadores al mando del Capitán Manuel Barahona Romero, que se encontraba acompañado por el Teniente Coronel Vergara y los oficiales agregados, entre los que se destacaban, el Teniente Ramón Dardignac Sotomayor, Capitán Sofanor Parra Hermosilla, Sargento Mayor José de la Cruz Salvo y Teniente Coronel de Ingenieros Arístides Martínez Concha.
Los Cazadores esperaban en una posición que les permitió sustraerse de la vista de los aliados y caer sobre estos mediante una carga sorpresiva y violenta que los desorganizó, por lo que huyeron en dos direcciones siendo perseguidas por los jinetes chilenos, los cuales libraron verdaderos duelos individuales en la amplitud de Pampa Germania.
Al terminar el siglo XX, al mirar la actividad del Ejército en la zona antártica, se puede concluir que la Institución ha llevado a cabo una labor pionera en el continente helado. La soberanía que Chile ejerce en el Territorio Antártico data del año 1940 cuando el Presidente Pedro Aguirre Cerda a través del Decreto 1747 del 6 de noviembre estableció los límites en el continente helado, así lo expresaba el Decreto: “Forman la Antártica chilena o territorio antártico, todas las tierras, islas, islotes, arrecifes, glaciares, pack-ice y demás, conocidos y por conocerse, y el mar territorial respectivo, existente dentro de los límites del casquete constituido por los meridianos 53º longitud oeste de Greenwich y 90º de longitud oeste de Greenwich”.
El Decreto Nº 1.747 es el pilar fundamental de la Política Antártica de Chile y al establecer los límites en el Territorio Antártico culminaba una larga data de legítimas reclamaciones de soberanía. Por otra parte, la posterior creación de Bases y las visitas de los presidentes de la República fueron importantes acciones para ejercer soberanía.
Durante el 15 y 16 de noviembre de 1811 se llevó a cabo el segundo movimiento militar que instaló al brigadier José Miguel Carrera como presidente de la nueva Junta Provisional de Gobierno.
El origen del movimiento se remonta a las discrepancias al interior del bando patriota respecto al rumbo que debía seguir el proceso que, para esa época, todavía no tenía un objetivo claramente emancipador. El grupo de los “exaltados”, que defendían ideas más radicales, encontró en José Miguel Carrera a su principal líder. En septiembre de 1811, Carrera ya había dirigido un primer movimiento militar con el objetivo de acelerar el proceso que se estaba desarrollando. Sin embargo, este hecho no tuvo el efecto esperado y las discrepancias entre ambos grupos continuaron.
En ese contexto, en la madrugada del 15 de noviembre de 1811, José Miguel junto a sus hermanos iniciaron el movimiento militar. Rápidamente, la artillería se plegó en su totalidad al movimiento. Posteriormente, las tropas de las principales unidades que se encontraban en la capital recibieron la orden de no moverse de sus cuarteles, al mismo tiempo que se habían colocado cañones de artillería y fracciones de soldados en los puntos neurálgicos de la ciudad. En medio de estos hechos fue convocada una asamblea popular en la que participaron los principales vecinos de Santiago y que el 16 de noviembre dio como resultado la elección de la nueva junta dirigida por José Miguel Carrera. A pesar de que José Miguel Carrera se mantuvo en el poder solo hasta 1813, durante su gobierno se pudieron concretar varios de los ideales independentista en Chile. Obras como la dictación del Reglamento Constitucional de 1812, la elaboración de los primeros símbolos patrios y la fundación de importantes instituciones (como la Biblioteca Nacional y el Instituto Nacional), son prueba material de ello.
Mediante Decreto-ley N° 106 del 19.NOV.1924 se organiza la Inspección General del Ejército como Comando Superior del Ejército. Según las disposiciones del citado decreto, todos los institutos, reparticiones y comandos que hasta ese momento se entendían directamente con el Ministerio de Guerra pasaban a depender de la Inspección General del Ejército. El Inspector General del Ejército, cuyo puesto lo ocuparía el Oficial General designado por el Presidente de la República, trabajaría directamente con el Ministerio de Guerra, teniendo como atribución fijar las líneas generales de los trabajos y planes que corresponde elaborar al Estado Mayor General. Además, sería la autoridad que asumiría el mando del Ejército en campaña.
La dictación del Decreto-ley se justificaba en la conveniencia de centralizar el mando y la administración del Ejército bajo la autoridad de un General de la República, considerando como una ventaja innegable el tener junto al Ministerio de Guerra un consultor que domine las doctrinas y la técnica en todo lo concerniente a la preparación eficaz de la defensa nacional.
La influencia alemana recogida por la Institución a fines del siglo XIX y la necesidad evidente de tener establecimientos de enseñanza de la doctrina de cada una de las armas, hizo imperiosa la necesidad de contar con una escuela que permitiera aunar criterios en la instrucción de equitación de las unidades y desarrollar en los Oficiales y Clases de las armas montadas los conocimientos Táctico-técnicos de su especialidad.
Por otra parte, se consideró necesaria la formación de personal competente en las áreas de veterinaria y herraje y la entrega de conocimientos ecuestres a los Oficiales de Artillería para el servicio del Ejercito. El decreto que dispuso su creación corresponde al N° 1.652 de fecha 18 de noviembre de 1903. Se establece la organización de la “Escuela de Aplicación de Caballería”, dependiente del Departamento de Instrucción.
El nuevo Instituto comenzó a funcionar a partir de enero del año 1904 en la avenida José Miguel Infante, casi esquina de Avenida Irarrázaba,l en la comuna de Ñuñoa, siendo su primer Director el sargento mayor Don Agustín Echavarría Moreno.
De esta manera, el Instituto inició sus actividades contando en sus instalaciones con la infraestructura mínima necesaria para desarrollarlas, tanto para el alojamiento del personal como para la instrucción y naves para el ganado, correspondiente a las distintas unidades que en ese entonces conformaban la Escuela.
En el marco de la Revolución de 1851 contra el presidente Manuel Montt, el general José María de la Cruz trata infructuosamente de detener el avance del general Manuel Bulnes sobre Chillán.
Fue un enfrentamiento durante la Guerra del Pacífico entre las fuerzas chilenas del coronel Emilio Sotomayor quien derrotó al ejército aliado de Perú y Bolivia, al mando del general Juan Buendía.
Para asegurar el triunfo obtenido en Pisagua y asegurar el abastecimiento de agua para el Ejército, las fuerzas chilenas iniciaron reconocimiento hacia el interior del territorio enemigo, produciéndose algunos enfrentamientos parciales.
Contrario a la creencia de que Buendía se concentraría en Agua Santa sin moverse para preparar la defensa de Iquique, se tuvo la noticia al atardecer del día 18 que el general se movía con sus tropas hacia el norte, arriesgando a la División de Sotomayor que se encontraba en Dolores. Estos se vieron obligados a tomar posiciones defensivas en los cerros cercanos. Esto motivó la rápida salida de la artillería de Velásquez desde Pisagua como medida de refuerzo, que llegó el mismo día de la batalla a tomar sus posiciones. Aquel 19 de noviembre, Buendía fraccionó a sus hombres en tres divisiones, las que debían atacar en dirección del pozo de Dolores envolviendo a los defensores.
Una vez que estalló la batalla, la situación se mostró más bien sombría para las fuerzas chilenas, tornándose la lucha encarnizada. Ejemplo de esto es lo ocurrido con la posición de artillería del mayor Salvo, la que tomada por sorpresa y acosada por el enemigo, se vio obligada a batirse cuerpo a cuerpo para defender sus cañones. De no ser por la irrupción de los soldados del regimiento movilizado Atacama, esta posición se habría perdido. En el resto del campo, la batalla se había generalizado. Buendía insistía en su intento de envolver la posición chilena, pero los aliados fueron rechazados en todos los sectores reiteradamente por los cañones chilenos.
Finalmente, al cabo de casi dos horas de continuo combate, las fuerzas aliadas perdieron el ímpetu y al notar la retirada de su caballería, se precipitó la del resto de sus hombres en dirección de la oficina salitrera de Porvenir, situada más al sur, quedándose Chile con la victoria. En este hecho de armas, la artillería chilena demostró su potencia y eficacia, contribuyendo a afianzar la ocupación militar del Departamento de Tarapacá.
Durante la Guerra del Pacífico, las marinerías de las embarcaciones chilenas “Cochrane” y “Blanco” que bloqueaban Iquique, ocupan esta ciudad que había sido abandonada por sus autoridades y funcionarios. A petición de los cónsules extranjeros, se nombra Comandante General de Armas de la ciudad al capitán de navío Patricio Lynch. Los prisioneros de la “Esmeralda” fueron embarcados y festejados en el “Cochrane”.
Enfrentamiento durante la Guerra a Muerte, una guerra de montoneras que se circunscribió entre el río Biobío e Itata cuyos principales caudillos realistas fueron Vicente Benavides, ex sargento del Ejército real y ex patriota; el coronel Juan Manuel Picó; el cura Juan Antonio Ferrebú y su hermano Mariano; Gervasio Alarcón y Godoy; el hacendado Vicente Bocardo; el capitán Vicente Elizondo y los hermanos Pablo y José Antonio Pincheira, entre muchos otros. Estos se valían de partidas volantes que, sin sujeción a la ley ni disciplina militar, recorrían las aldeas y haciendas, sorprendiendo y ultimando a las minoritarias fuerzas patriotas. La existencia de dos grandes bloques de poder político-militar durante este período, hizo posible que la Guerra a Muerte se transformara en una guerra de desgaste y guerrillas, de múltiples alianzas gestadas por sus líderes. En septiembre de 1820, Benavides inició su plan de campaña, cuya idea era obligar a Freire a desguarnecer Concepción y así atacar la ciudad con otra fuerza que se encontraba en espera. Luego de una seguidilla de combates, Freire abandonó Concepción con la intención de auxiliar a las tropas patriotas, pero reconsideró su decisión y se refugió en Talcahuano. Tomado Concepción por las montoneras realistas, Benavides establece un sitio en Talcahuano.
La situación de las tropas patriotas sitiadas era apremiante, sin víveres ni vestuario. Sin embargo, después de recibir apoyo en pólvora desde Valparaíso, Freire decidió en una Junta de Guerra romper el cerco, derrotar al enemigo y abastecerse de recursos, tanto al personal militar de la guarnición como a los habitantes refugiados en la plaza de Talcahuano. El 25 de noviembre, en la acción de Las Vegas de Talcahuano, las tropas patriotas obtuvieron una aplastante victoria sobre las fuerzas de Benavides, que sufrieron la persecución y matanza.
Enfrentamiento de la Guerra del Pacífico durante la Campaña de Tarapacá, entre fuerzas peruanas superiores en número al mando del general Juan Buendía, que arremeten en contra de la División chilena, donde destaca el heroísmo del teniente coronel Eleuterio Ramírez Molina, comandante del 2° de Línea, quien muere a la cabeza de su regimiento. Después de un día de combate, las tropas peruanas se retiran y el Departamento de Tarapacá queda bajo el dominio de los chilenos.
Su desarrollo táctico es difícil de describir, debido a los diversos episodios que tuvieron lugar. Hubo enfrentamientos tanto en el fondo de la quebrada de Tarapacá, como en lo alto de los cerros que la rodean; por otra parte, tuvo dos fases separadas por un intermedio de tranquilidad, durante el cual los exhaustos sobrevivientes chilenos de la primera de aquellas pudieron entregarse a un pequeño descanso, sin advertir lo que a continuación les ocurriría.
Este memorable hecho de armas de la historia militar chilena, constituyó una destrucción para nuestros soldados; las bajas fueron cuantiosas, pero ellos murieron en forma heroica. Chile quedó en posesión de la rica región de Tarapacá, la cual poseía los más importantes depósitos de salitre, junto con la región de Antofagasta.
Los muertos y los heridos fueron numerosos y también fueron varios los cuerpos militares chilenos que participaron en este encuentro. Destaca uno en particular, el cual sufrió la mayor proporción de bajas: el Regimiento 2º de Línea. Tanto sus jefes, como oficiales, suboficiales y soldados, protagonizaron un sacrificio que terminó diezmando a la mayor parte de esta unidad.
En el Primer Congreso Nacional, establecido el 4 de julio de 1811, se revelaron fuerzas políticas más reformistas que el año anterior con la Junta de Gobierno. Para conformarlo, se realizaron las primeras elecciones parlamentarias de la historia de Chile. La mayoría fue para el bando de los patriotas “moderados”, con 21 diputados, mientras que los patriotas “exaltados” alcanzaron solo 9 diputados y los realistas 11. Compuesto por 40 miembros, el Congreso sesionó entre el 4 de julio y el 2 de diciembre de 1811, fecha en el que fue disuelto por el último de los cuatros golpes de Estado de José Miguel Carrera Verdugo y sus hermanos Luis y Juan José, inconformes con la inmovilidad que presentaban las sesiones legislativas, quedando José Miguel en el poder.
Ese día, José Miguel Carrera concentró en la plaza principal los tres batallones de línea y las milicias de la guarnición con el pretexto de pasar revista. En su diario personal relata que: “el 2 de diciembre de 1811 cité los cuerpos de caballería a revista de inspección, y, formándolos en la plaza junto con la tropa veterana y parte del pueblo, se pidió que cesasen las sesiones del Congreso, cediéndole al Ejecutivo todos los poderes. Mostraron alguna repugnancia, pero al fin pasaron por todo y se retiraron a descansar a sus casas, algunos a sus haciendas, a ninguno se le hizo la menor extorsión. Los diputados de Concepción fueron detenidos hasta segunda orden, por sospechas que teníamos de aquella provincia, que había aumentado su odio por los continuos reclamos de las facciones de la capital”.
La falta de persecución del derrotado ejército realista después de la Batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817) fue una de las cuestionables decisiones del mando patriota, pues significó que la contienda se prolongara hasta mucho tiempo después. El coronel realista José Ordóñez se había encerrado en Talcahuano, por lo que el entonces Director Supremo, general Bernardo O’Higgins, se dirigió a la ciudad a administrar las operaciones. Del primer reconocimiento de la plaza fortificada de la ciudad, concluyó O’Higgins que era más sólida de lo que había imaginado. Escribió a San Martín: “Ha pensado el Virrey entretenernos en este punto, pero se equivoca. Talcahuano debe ser nuestro”. Era necesario privar a los realistas de los suministros que Ordóñez obtenía de otros puntos ocupados por sus efectivos, de hecho, era dueño de toda la banda sur del Biobío y mantenía allí algunos fuertes. Además estaba en una excelente posición defensiva y contaba con el dominio marítimo -tenía a su servicio la fragata Venganza y la corbeta Sebastiana, junto a otras embarcaciones armadas. A mediados de octubre, O’Higgins logró iniciar un sitio formal al recinto fortificado al recibir refuerzos desde Santiago, ascendiendo su fuerza a aproximadamente 3.700 hombres. Ordóñez por su parte contaba con cerca de 1.700 efectivos. Al amanecer del 6 de diciembre, las fuerzas patriotas realizaron un asalto a la plaza, pero este resultó un fracaso. O’Higgins debió abandonar esta empresa, pero no se desanimó. Había partido desde Lima una división de 2.300 hombres al mando del general realista Mariano Osorio, por lo que San Martín le ordenó levantar el sitio y retirarse al río Maule, iniciando su retorno en enero de 1818. A mediados de mes había desembarcado en Talcahuano el ejército de Osorio, el cual fue reforzado con las tropas de Ordóñez, comenzando de inmediato la persecución del ejército patriota.
La revolución estalló en La Serena en septiembre de 1851; el general Manuel Bulnes, habiendo entregado la presidencia, asumió la jefatura del ejército de operaciones, resolviendo iniciar la campaña en dirección al sur, además de desplegar fuerzas secundarias al norte. Finalmente y tras varios enfrentamientos, ambos ejércitos se combatieron el 8 de diciembre en los campos de Loncomilla en una confusa batalla. Las fuerzas de De la Cruz estaban acampadas en las casas de la Hacienda Barros Negros, Bulnes decidió atacarlas poniendo en marcha sus unidades en la noche del día 7. Después de tomar posiciones por ambos lados, abrió fuego. El combate fue sangriento y pronto De la Cruz ya no contaba con su caballería y con un tercio menos de la infantería. El combate terminó con la capitulación de Purapel, firmada el 14 de diciembre. En ella De la Cruz reconocía la autoridad del presidente Manuel Montt y entregaba el mando de sus tropas al general Bulnes, y tal como se expresa en la Memoria del Ministerio de Guerra y Marina de 1852, el tratado estuvo inspirado “en el restablecimiento del orden sin derramar más sangre y que la benignidad del gobierno cicatrice las heridas producidas y restablezca la paz entre las facciones hermanas”.
Este combate se lleva a cabo en el marco de la llamada “Guerra a Muerte” (1818-1832), término acuñado por el historiador Benjamín Vicuña Mackenna en una obra donde narra esta sangrienta etapa de la historia de Chile. Aunque la victoria en la Batalla de Maipú (5 de abril de 1818) tuvo un carácter decisivo, esta no significó el fin de la lucha por la emancipación nacional. Entre 1818 y 1825, la región centro sur del país – en la zona comprendida entre los ríos Biobío e Itata- fue escenario de una cruenta sucesión de combates y escaramuzas. Su origen fue la disputable decisión de los patriotas de no perseguir a los realistas después de Maipú, lo que permitió su reorganización y dio paso a una campaña de guerrillas y montoneras que se prolongaron durante años.
Uno de estos enfrentamientos se llevó a cabo en Yumbel, al atacar los montoneros realistas la localidad defendida por el capitán Manuel Quintana. El ataque duró cinco horas y terminó al aparecer una partida de 200 hombres en el cerro de la Parra. En este encuentro estaba Manuel Bulnes, de 19 años de edad, que entonces tenía el grado de subteniente de Cazadores.
En 1823, se inicia en Chile un periodo que se ha denominado “Anarquía”, “formación de la República”, “Ensayos constitucionales” o “Proyección de la Independencia”. La elite dividida en dos bandos –pipiolos liberales contra pelucones conservadores-, se disputa el poder para imponer sus principios y proyecto de gobierno. A mediados de 1829 se realizó una elección presidencial, resultando electo Francisco Antonio Pinto. Tras la elección de los liberales -con mayoría en el Congreso-, de Joaquín Vicuña como vicepresidente, se desencadenó una rebelión de la oposición, que resultó en la renuncia de Pinto y la entrega del poder al presidente del Congreso, el liberal Francisco Ramón Vicuña. Paralelamente, el general José Joaquín Prieto, General en Jefe del Ejército de Operaciones del sur, se rebela y avanza hacia Santiago, donde los conservadores comandados por Diego Portales, organizaban un levantamiento. Comienza así la Guerra Civil de 1829-1830.
El 14 de diciembre se enfrentan en Ochagavía con fuerzas equivalentes el ejército revolucionario del general José Joaquín Prieto contra las tropas del gobierno mandadas por el general Francisco de la Lastra, sin alcanzar una victoria decisiva entre ellos. Dos días más tarde se firma el Tratado de Ochagavía, mediante el cual se entregaba al general Ramón Freire el mando supremo de todas las fuerzas del Ejército, debiendo procederse a llamar a nuevas elecciones dentro de dos meses, nombrándose mientras tanto una Junta de Gobierno.
Durante la Guerra contra la Confederación Perú-boliviana, el subteniente araucano Juan Lorenzo Colipí, junto a diez hombres del Batallón Carampangue, retrasaron durante horas en la noche del 17 a la madrugada del 18 el avance de las fuerzas confederadas en el Puente de Llaclla. Para galardonar tal acción, el Gobierno decretó un escudo de honor dedicado a los “A los once del Puente de Llaclla”. Junto con la acción del puente de Buin el 6 de enero de 1839, fue uno de los combates menores pero que tuvo una gran repercusión en el resultado de la guerra al retrasar el avance confederado, otorgando así el tiempo que necesitaba Bulnes para organizar a sus fuerzas defensivamente en la hacienda de San Miguel.
Chile declara la guerra al mariscal Santa Cruz y su Confederación Perú-boliviana, sancionando lo siguiente:
1° El general don Andrés Santa Cruz, presidente de la República de Bolivia, detentador injusto de la soberanía del Perú, amenaza a la independencia de las otras repúblicas sudamericanas.
2° El gobierno peruano, colocado de hecho bajo la influencia del general Santa Cruz, ha consentido en medio de la paz, la invasión del territorio chileno por un armamento de buques de la República peruana, destinado a introducir la discordia y la guerra civil entre los pueblos de Chile.
3° El general Santa Cruz ha vejado contra el derecho de gentes, la personas de un Ministro público de la nación chilena.
4° El Congreso Nacional, a nombre de la República de Chile, insultada en su honor y amenazada en su seguridad interior y exterior, ratifica solemnemente la declaración de guerra hecha con autoridad del Congreso y Gobierno de Chile, por el Ministro Plenipotenciario don Mariano Egaña, al gobierno del general Santa Cruz.
5° El Presidente de la República podrá hacer salir del territorio del Estado el número de tropas de mar o tierra que tuviere por convenientes para emplearlas en los objetos de la presente guerra, y por todo el tiempo de la duración de esta podrán permanecer fuera del territorio de la República. La guerra contra la Confederación duró hasta el año 1839, con la victoria chilena en la Batalla de Yungay, donde el general Bulnes derrota definitivamente al mariscal Santa Cruz.
En el contexto de la Guerra del Pacífico, durante la Campaña de Lima, se produce un enfrentamiento al estar las fuerzas chilenas en el valle de Lurín, camino hacia Chilca, hacia fines de 1880. Esto formaba parte de los preparativos para la Batalla de Chorillos. En conocimiento de que numerosas fuerzas chilenas habían desembarcado en Chilca y le dejaban cortada su retirada a Lima, el coronel peruano Sevilla se dirigió con el regimiento Cazadores del Rímac hacia Calango el día 24 de diciembre, en el valle de Mala. Desde allí se dirigió a Lurín en la noche del 27 al 28. Por un mensajero que Sevilla envió a Lima, capturado por el servicio de seguridad de la brigada del coronel chileno Orozimbo Barbosa, supo este que los Cazadores del Rímac se aproximaban a la quebrada de El Manzano, con intención de caer al valle de Lurín.
A las 3 de la madrugada del día 28, tropas de infantería chilenas situadas en la citada quebrada sorprendieron al regimiento enemigo y 132 jinetes (entre ellos el coronel Sevilla y 8 oficiales) fueron capturados: 120 caballares, algunas armas y los instrumentos de3 la banda de músicos, constituyeron el botín de los vencedores. Luego se prosiguió a realizar reconocimientos hacia las posiciones peruanas en el Morro del Solar, Santa Teresa y San Juan, y más tarde en el portezuelo de Ate o La Rinconada.
Asume el cargo de Capitán General de Chile don Francisco Casimiro Marcó del Pont, en reemplazo de Mariano Osorio, durante el periodo de la Reconquista española. Se convertirá en el último gobernador realista de Chile, cargo que ejercerá hasta su huida el 5 de abril de 1818, tras la derrota en la Batalla de Maipú. Mientras Chile estuvo en manos de gobernadores realistas, algunos de los americanos que habían apoyado la causa vieron sus bienes incautados, prohibidos sus traslados sin autorización y la libre tenencia de armas, incluso la celebración de fiestas y reuniones populares ya no podían tener lugar. El presidio político se volvió una amenaza real y constante, habilitándose la isla de Juan Fernández como prisión. El destierro afectó a miles de patriotas y varios se vieron obligados a emigrar a Mendoza, donde fueron recibidos amistosamente por los trasandinos.